Un pantalón. Dos. Tres. Cuatro. Una camiseta púrpura. Un vestido azul eléctrico. Una falda de tubo negra. Un top beige. Unas...mierda, ¿esto son bragas?
— Carla, ¿ya podrías parar de echarme tus mierdas encima? — le pido dejando en la cama toda la ropa que me ha ido tirando encima.
Por primera vez en la media hora que llevo con ella y con Silvia debatiendo sobre el dichoso outfit que va a elegir Carla para su cita con Thomas, ella se para. Y sí, claro que le conseguí su oportunidad con él.
— Estoy crazy — se echa las manos a la cabeza y empieza a andar de un lado a otro desquiciada de nuevo — No sé qué ponerme.
"No sé qué ponerme", frase que ha repetido ocho millones de veces en diez minutos. Todo un récord.
— ¿Y por qué no te pones lo que sea y dejas de dar por culo? — Silvia hablando tumbada en la cama.
— Esa no es una opción — Carla empieza a rebuscar en el montón (bueno, más bien el rascacielos) — de ropa que ha montado sobre el colchón — Necesito algo que no diga soy una puta, pero que tampoco diga soy virgen.
Silvia y yo compartimos una mirada cómplice. Creo que estamos pensando lo mismo.
— ¡Pero si eres virgen! — gritamos ella y yo al unísono.
— Callarse, pendejas — asiente — Pero sí, soy virgen, ya lo sabéis. No os sorprendáis tanto.
— ¡Tú quieres que Thomas te desvirgue! — la acusa Silvia.
Carla le echa una mirada extrañada.
— Claro. Yo y millones de chicas más quieren.
— Qué zorra más lista.
— Sí soy — responde la rubia.
— Bueno, tampoco te le eches a Thomas encima, ¿sabes? — hablo — Es tímido.
Ella saca algunas prendas de la pila de ropa y concuerda conmigo.
— Ya lo sé. Y no me voy a tirar hacia él como una desequilibrada. Me controlaré.
— ¿Segura? — me fulmina con la mirada.
— Muy segura. Yo puta y malpensada por dentro, pero señorita con buenos modales por fuera — expone.
¿Qué puedo decir? Así es Carla.
— A todo esto, ¿cómo leches conseguiste liar a Thomas para salir contigo?
Carla me señala para responder a Silvia.
— Ella me lo consiguió — viene y me abraza.
— Ya, en realidad fue Damiano.
— ¿Qué me dices? — exagera ella con voz aguda — Qué buena persona es.
Rio. Buena persona una mierda. Que precisamente no lo hizo por caridad cristiana. Me lo tuve que ganar yo.
— Oye — Silvia tira de mí camiseta para reclamar mi completa atención — ¿Cómo hiciste para que Damiano hiciera eso? ¿Se lo pediste y ya?
Sonrío.
— Créeme, no lo quieres saber.
— ¡Yo quiero saberlo! — jope con la Carla.
— ¿Y qué más da? — he de reconducir está conversación hacia otra parte.
— No sé, por hablar de algo — dice Silvia.
La otra me coge la mano y me examina concretamente el dedo anular. Pasa uno de sus dedos por encima del anillo que me regaló Damiano y silba.
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Me enamoré del Diablo {Damiano David}
RomansDolor. Rabia. Ira. Todo eso fue lo que sentí aquella tarde en Roma. Pero de eso ya hace cuatro años, cuatro años desde la última vez que lo vi. Jamás pensé que nuestros caminos se volverían a cruzar otra vez. Hasta ahora... || #1 Damiano || 25/08/2...