Capítulo 15

2.4K 165 23
                                    

— ¿Qué haces aquí? — le pregunto altamente sorprendida.

— Bueno, ya ni un hola Damiano — intenta imitar mi voz — o un ¿qué tal estás, Damiano?

Intento contener la risa. La verdad es que esa voz que ha puesto ha sido bastante graciosa. Pero me concentro en lo importante. Saber que hace él aquí.

— No has respondido mi pregunta — le reprocho.

— Pues simplemente he venido a verte. Ni siquiera me felicitaste por ganar Sanremo — pone una mueca triste.

— Vale. Felicidades, ¿contento?

Ríe un poco.

— Ahora ya no vale — rechista — ¿Por qué eres tan fría conmigo?

— No soy fría contigo, es que tú eres demasiado caliente — me burlo.

— Ah, bueno, gracias — sonríe.

— ¡No era un halago! — me quejo yo medio tambaleándome.

— Pues yo creo que lo era.

Ruedo los ojos.

Esta conversación se está saliendo de onda. Y además todavía sigo alucinando de que él esté aquí. Este hombre no conoce límites.

Y encima varias niñatas de la discoteca se han quedado mirándolo. Y sí, bueno tengo que reconocer que si yo fuera una adolescente hormonal también me fijaría en él. Ese torso desnudo y torneado, esa chaqueta de cuero, esos pantalones oscuros, esas altas botas, ese pelo cuidadosamente peinado hacia atrás, todos sus tatuajes y ese eyeliner negro que le da un toque más oscuro, más siniestro, más...¿atractivo?

¿Por qué estoy pensando en esto?

— Daniela — me llama Damiano.

Cruzo mi mirada con la suya.

— ¿Estás bien?

— Quiero sexo en la playa — suelto.

Mi boca me traiciona. No quería decirlo así, pero es muy tarde y mi cerebro ya no funciona nada bien. Claramente me refiero a la bebida, por supuesto. ¿Quién narices le puso el nombre a esa copa? Es solo una bebida de color naranja con alcohol. No tiene nada que ver ni con sexo ni con la playa.

Él alza las cejas y entreabre la boca.

— Eh, bueno, yo solo quería hablar y estar contigo — se encoge de hombros — Pero si quieres cumplir esa fantasía tuya, yo te puedo ayudar.

Le saco la lengua.

— Por muy tentadora que sea tu propuesta — le digo sarcástica — La voy a tener que rechazar.

Él pone sus manos en el lado izquierdo de su pecho y hace una mueca de dolor, como si lo acabaran de herir.

— Me hieres, Daniela, me hieres profundamente.

Pongo los ojos en blanco y giro sobre mis pies para dirigirme hacia la barra. Realmente necesito una copa, aunque sé que no debería tomarla. Joder, mis amigas han estado hablando de él toda la condenada noche y ahora él está aquí. ¿Mis amigas son brujas o algo? Porque literalmente parece que lo hubieran invocado.

Llego a la barra después de haberme chocado con un número incontable de personas. Me coloco delante, apoyo mis codos en la fría barra de madera, la cual está un poco mojada debido a todas las bebidas y todo el alcohol que están sirviendo.

— ¿Qué desea, señorita? — me pregunta un joven camarero.

— Quiero un sexo en la playa, por favor.

Me enamoré del Diablo {Damiano David}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora