Capítulo 76

1.3K 86 37
                                    

— Damiano, estate quieto — le susurro mientras intento abrir los ojos.

Aún tengo mucho sueño y no sé ni qué hora es. Solo sé que Damiano ya está despierto y tocándome. Pasa sus labios por mi hombro y lo mordisquea, mientras su mano recorre un camino desde mis pechos hasta mi entrepierna.

Abro los ojos de par en par. Se acabó dormir.

— Damiano, me tengo que ir a trabajar — le recuerdo, pero supongo que él ya cuenta con eso.

— Pues no vayas — él propone esa solución.

— Pero...tengo que ir...— voy haciendo pausas mientras hablo porque tengo su boca bajando por mi cuello y me está distrayendo.

— Cállate, Daniela — masculla él y mete la mano por debajo de mi pijama.

Sube la tela para poder ver mis pechos y se llena las manos con ellos. Yo intento decirle que pare, pero en realidad no quiero que lo haga.

— Estás obsesionado con...— señalo mis pechos para que él me entienda.

Sonríe de lado y asiente.

— Es que son unas tetas muy bonitas — expone como motivo.

Acerca su boca a ellas y lame uno de mis pezones. Su lengua me hace cosquillas y río a la vez que me excito. Esto no está bien. Miro un momento el despertador y me doy cuenta de que solo me quedan unos veinte minutos para ir a trabajar y aún ni estoy vestida ni he desayunado.

Damiano mordisquea mi pezón hasta el punto de estimularlo al máximo. Después me quita el pijama deprisa y me besa, colocándose encima de mí. Le recuerdo que voy mal de tiempo, pero eso a él no le importa.

— Te quedan aún veinte minutos — me responde y me da un beso — Tienes diez para desayunar y vestirte. Y los otros diez los voy a usar yo para hacer que empieces bien la mañana.

— Bueno...— hago como que no me interesa.

— En fin, si tú no quieres...— ahora se me hace el digno.

Se aparta de mí y me da la espalda, dejándome ver el enorme tatuaje que tiene ahí.

— ¡Eh! — me muevo para cogerlo de la muñeca — ¿Tú no dices que siempre terminas lo que empiezas?

Esa frase la suele decir muy a menudo.

— Pero si contigo ni siquiera había empezado — entorna los ojos, amenazante.

Yo le doy la razón. Por eso le suelto la muñeca y le hago un gesto, indicándole que puede irse. Me vuelvo a dejar caer en la cama. Ahora ya me había excitado. Me quito las bragas y se las tiro en la cara.

— Damiano, no seas tan egocéntrico — digo con chulería. Él se quita mi ropa interior del rostro y la sostiene como si fuera un tesoro — No te necesito para empezar bien la mañana.

Voy bajando mi mano por mi vientre, con calma. Ahora ya no me importa llegar tarde al trabajo o no llegar, ahora solo quiero torturar a Damiano. Arruga la frente, y eso solo lo hace si realmente está al borde de perder los nervios.

Acaricio mi húmeda entrada. ¿Cómo puedo estar tan excitada si hace dos minutos estaba pensando en dormir?

Damiano está que se sube por las paredes. Finjo un gemido que lo hace acabar con la espera. Se coloca en la cama, apoyándose en sus manos y rodillas. Visto desde mi posición parece un animal salvaje a punto de lanzarse sobre su siguiente presa.

— Daniela — atrapa la mano que tenía en mi entrepierna y la sustituye por la suya — Sabes que tu cuerpo solo reacciona si lo toco yo, así que no vuelvas a tocarte, ¿sí?

Me enamoré del Diablo {Damiano David}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora