— Pásame la leche — me ordena mi hermana.
La cojo y se la paso aún con mi móvil en la mano respondiendo mensajes de Victoria.
Ella la echa al bol y comienza a mezclarla con chocolate.
— Vale, ahora abre el horno.
Le hago caso y ella mete la masa del bizcocho que acaba de hacer. Lo cierra y se quita las manoplas.
— A ver recuérdame porque tenemos que hacer nosotras la tarta — le pido a Gabriella.
Ella no para de moverse de un lado a otro de la cocina como un pollo sin cabeza buscando ingredientes.
— Pues porque nuestra querida amiga es muy especial y no le gustan las tartas compradas, le gustan caseras.
— Ajá — asiento - Y yo te recuerdo que no eres Gordon Ramsay. No sabes ni darle la vuelta a una tortilla.
— Bueno, y tú tampoco, lista — contraataca.
— Touché.
Coge su tablet y lee en voz alta la receta que está siguiendo.
— Veamos — hace clic varias veces en el dispositivo — Aquí dice que tengo que echar 20 mililitros de leche para mezclarla con el chocolate fundido.
Intercambia la mirada entre el bol que tiene al lado y la receta digital.
— ¿Y cuánta leche he echado? — pregunta para sí misma mirando el bol.
— No lo sé, pero ahí — señalo el recipiente — No hay 20 mililitros de leche.
Se queda pensativa.
— Pues echaré más entonces.
Coge el brik y lo vierte poco a poco en el bol.
— Creo que ahora va mejor — se anima y menea la leche y el chocolate fundido.
Yo me meto a Instagram y veo que no paran de etiquetarme en fotos de Måneskin. Y más ahora que han ganado Sanremo. Me quedo mirando una foto en la que salen los cuatro con el premio, se ven tan felices.
— ¿Qué tanto miras que no dejas de sonreír? — pregunta mi hermana posicionándose a mi lado.
Le enseño mi móvil y ella lo entiende.
— ¡Oh no me digas! ¡¿Han ganado Sanremo?! — flipa.
— Sí — asiento.
— ¡Eso es una locura! Pero...pero...— se frena alucinada — ¿Con qué canción? ¿Cómo fue la actuación? ¿Qué tal estuvieron?
Decido no responderle y busco el vídeo de la actuación en Youtube. Una prueba vale más que mil palabras. Le doy al play y comenzamos a verlo.
— Guau, esto realmente es íncreible — comenta cuando suena el primer estribillo.
Cuando el vídeo acaba Gabriella da unas palmaditas dejando ver cuánto le ha gustado la actuación.
— No me extraña que hayan ganado. Se comieron el escenario.
— Sí, sí que lo hicieron.
— Es que la canción es tan potente — abre los ojos mucho y mueve las manos explicandólo — No sé, yo nunca había escuchado apenas rock en italiano.
— Ya, muy pocos artistas italianos se atreven a cantar rock — comento — Pero ellos son unos revolucionarios del género — añado encogiéndome de hombros.
— Totalmente de acuerdo contigo.
Vemos otra vez el vídeo por petición de mi hermana, y ella se pone a cantar el estribillo explicando que la canción es "pegadiza". Le salen algunos gallos y su voz me da risa. Pero es normal, su voz es demasiado aguda, no está hecha para cantar este tipo de canción.
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Me enamoré del Diablo {Damiano David}
RomanceDolor. Rabia. Ira. Todo eso fue lo que sentí aquella tarde en Roma. Pero de eso ya hace cuatro años, cuatro años desde la última vez que lo vi. Jamás pensé que nuestros caminos se volverían a cruzar otra vez. Hasta ahora... || #1 Damiano || 25/08/2...