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Era ya la mañana siguiente, todos los alumnos de la clase estaban esperando en el patio el característico sonido para entrar a las aulas. Izuku por décima primera vez veía a su "novia" llegar tarde, esta vez sumamente cansada y roja, como si hubiese corrido largos metros de distancia.

El pecoso pensó que la castaña había perdido su tren esa mañana debido al atraso. Se extrañó al verla con una de las bufandas que él le había regalado en navidad, pues, las temperaturas no estaban tan bajas como suponía. Pensó nuevamente las posibilidades de que la chica estuviera enferma con algún tipo de resfriado, así que no le prestó tanta atención a su prenda.

- Buenos días, Ochaco.- el peliverde se acercó sonriente a la menor, quién se puso colorada por la cercanía.

- Buenos días, Izu-Kun.- le sonrió amable, y picó su mejilla con el dedo índice.- Vamos, ya sonó el timbre.

NO HUBO BESO.








Katsuki estaba aún en su habitación pensando en lo que había ocurrido la noche anterior. Estaba avergonzado. No podía creer que haya metido a su cama a un chico, y que el chico haya sido la persona que anhelaba desde siempre.

Frotó sus manos como una mosca, y las pasó por sus enredados cabellos cenizos. Mordió su labio al pensar en que su Deku ahora no le hablaría, temía lo peor porque supuso que la había cagado. Suspiró recargando sus codos y brazos en la ventana, y miró el paisaje que tenía al frente. Tenía que ir a la universidad, tenía trabajo en menos de dos horas con esa clase. Con ese chico. Suspiró sonoramente antes de meterse al baño y tomar una ducha fría.

...

Shoto estaba en su casa descansando, pensaba en su novia y lo muy linda que era. Recordaba aquella época, en donde eran aún niños jugando al amor. Jamás pensó que el destino le traería de vuelta a su amor de infancia. Tuvieron muchas adversidades y problemas para estar juntos pero aún así, lo lograron.

Le pareció extraño que aún en su joven edad no hubiese conocido a otro chico. Pero le agradaba saber que la castaña sólo era para él y que mantuvo esa promesa firme de esperar por él, simplemente fascinante para el bicolor.
Realmente quería estar toda su vida con esa chica tan especial.

...

Izuku ya estaba en clases de Medicina. Pensaba en su noche anterior, en el rostro bonito de su rubio. En sus expresiones. Su voz. Su cuerpo fornido y duro. Sus manos cálidas al tocarlo. Sólo imaginarse eso, le erizaba la piel. Por un momento, se sintió levitando en el aire al recordar lo maravilloso que fue llegar al orgasmo con ese hombre tan perfecto. Suspiró anonadado. Su corazón latía con fuerza en su pecho, sentía que en cualquier momento saldría de ahí.

- Bien. Es todo por hoy, pueden irse.- el profesor habló finalizando así la clase.

Todos dieron un grito de alegría en un tono moderado, y recogieron sus cosas a la velocidad de la luz. Menos Izuku, él siempre era tan lento y calmado. Ochaco también estaba en la sala junto a Sato esperando al peliverde. Bakugo miraba fijamente a sus 3 alumnos mientras tomaba sus libros y los guardaba en su maletín para irse. Mientras tanto, algo lo sacó de sus casillas y aumentó su malhumor.

- Izu-Kun, te invito a comer hamburguesas hoy con Shoji, Iida y Sato-kun. ¿Te nos une?.- su mirada era de un auténtico ángel.

- Ehm, bueno..- rascó su mejilla nervioso.- Hoy he quedado con alguien para estudiar, siento mucho todo pero será para la próxima.- había mentido, claramente.

Bakugo fingió tos, saliendo de la sala sonriente. Al fin, el chico podía abrir sus ojos por sus propios medios. Sólo era eso. ¿Verdad?




| 2 Horas antes. |

Ochaco miraba fijamente al peliverde mientras murmuraba. Sonrió entre dientes. No sabía cómo continuar esa relación sin que se estropeara. Pero también sabía que no era fácil renunciar a algo que tanto le había costado tener. Pensaba en Shoto, ella amando a su querido bicolor. Pero también se imaginaba a ella viviendo con el peliverde. No quería renunciar a ninguno de los dos. Así que empezó a retomar medidas drásticas, y enamorar a su tan querido novio pecoso. No los perdería por nada del mundo.


- Hey, ¿estás bien?.- Sero veía a la menor perdida y se preocupó.

- ¿Eh, Sero-kun?, sí, estoy bien. No te preocupes.- su rostro angelical hizo que casi el pelinegro muriera de diabetes ahí por tanta dulzura.

...

Pero ahora... Ahora Ochaco estaba enojada. No sólo no pudo conquistar a su novio con la cita, sino, que la ignoró y rechazó. Estaba frustrada. Quería tener sexo con su otro novio. No podía aguantar. Así que se despidió de sus otros dos amigos, fingiendo dolor de cabeza, para irse rápidamente a la casa del otro chico. Quería que ambos chicos fueran suyos, sea como sea, más que amor era solo una enfermiza obsesión. No estaba para nada bien lo que quería pero ella lo que se propone, lo consigue.











Subí cap "no en la madrugada" porque hoy salí a comer a un restaurante. 🥰🧸

[MI AMOR PLATÓNICO ES UN PROFESOR. | BAKUDEKU ⚘]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora