~𝒫𝒶𝓈𝓉~³

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Past

Miedo

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Miedo.
Corría por su cuerpo como si ese fuera su hogar, tensando cada punta de él.

Nunca diría nada sobre ese sentimiento.
Era fuerte. Quería mostrarse fuerte.
Los fuertes no tenían miedo, solo un corazón de piedra que podía soportar cualquier golpe, incluso si ese venía de un amigo.

Por eso estaban solos, cada amigo que hacían abría una puerta de nuevas oportunidades para heridas y traiciones, más golpes a su corazón de piedra, así que se mantenían en la soledad, con la única persona en la que podían confiar.
Ellos mismos.

Porque la piedra no es irrompible, después de tanto golpe puede empezar a quebrarse.

Quiso hacerse el fuerte, pero dejó que alguien entrara en su vida, abrió esa puerta prohibida.
Y ahora de esa puerta había salido una ola de miedo que inundó lo profundo de su alma.

Las palabras de ese país clavadas en su mente como las espinas de una rosa clavadas en su mano.
Estaba en su casa cuando el teléfono sonó, eso nunca pasaba, nadie lo llamaba, no tenía a algún compañero que quisiera hablarle y las autoridades de su país le hablaban cara a cara o a través de un tercero.
Cuando contesto, la preocupación lo invadió al oír esa voz.

"Tengo un problema y eres el único al que puedo hablarle... Por favor, te necesito"

Miedo.
Porque si la persona más fuerte que conocía se estaba quebrando, entonces no sabía que pasaría con él.

Después del largo y complicado viaje que debía tener para estar a su lado, por fin estaba en ese pasillo secreto, frente a esa pequeña puerta que solo él usaba.
Con solo tres toquecitos suaves pero desesperados, alguien respondió ese llamado, abriendo y dejándole el paso.

Entró rápido.

Frente a él estaba ese chico de piel rojiza, con cara preocupada más un claro brillo de cansancio en sus ojos.

- Arge... -

El argentino se tiró hacia él y rodeo sus brazos por su trozo, abrazándolo con fuerza, casi como si tuviera miedo de que se desvanezca al momento en el que lo suelte.

- Argentinien... - El europeo se veía sorprendido por esa reacción

No acostumbraba a verlo preocupado, pocas veces lo había visto de esa manera, casi ninguna.

Argentina se separó, aún tomándolo por los brazos con fuerza, para mirarlo directo a los ojos.

- Nunca me llamas, vos mismo fuiste el que dijo que eso nos ponía en riesgo a AMBOS - Empezó a decir

- ¡Ey! Ey, Ruhig (Tranquilo) - El alemán trató de calmarlo, acariciando lento su mejilla

El celestino suspiró, apoyando su frente en el pecho del apenas más alto, manteniendo sus ojos cerrados.

°•~Key~•°  (NazArg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora