~𝒫𝓇ℯ𝓈ℯ𝓃𝓉~¹³

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Present

¿Quién era él en estos momentos?

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¿Quién era él en estos momentos?

Vivía bajo la oscuridad de una habitación creada solo para él desde la imagen de su misma mente, una habitación la cual ni siquiera podía recordar en los momentos cuando se llenó de calidez y vida, sonrisas ajenas y abrazos de gente que aseguraban conocerlo bien.
Ahora estaba podrida, había tenido que apagar cada luz porque sentía que la claridad podría hacerlo polvo en esos momentos, sus propias palmas se perdían en la negrura del ambiente y no podía verse a sí mismo, era una habitación hecha para uno, en dónde nadie más jamás debía entrar.

Y aún así dejó a alguien entrar.
Lo dejó abrazarlo y susurrarle, prometiendo darle seguridad.
Argentina sabía bien que debía negarse, que ni siquiera tendrían que estar estás tentaciones en su camino porque las tentaciones debían ser obstáculos para aquellos capaces de redención.
Él no era capaz de redención, ni la merecía.

No merecía la felicidad que prometía.
Tampoco podía caer en los mismos trucos que años atrás, aunque su alma siguiera estancada vagando esa podredumbre que seguía infectando la carne bajo su delicada piel.
Su piel, su pobre piel, tan maltratada a lo largo de los años, esa piel que ocultaba quien era en verdad, una piel que fue cortada y besada por las mismas manos que alguna vez lo habían controlado.
...
Que incluso hoy en día seguían manejandolo.

En esas manos vivía su mente, sintiendo el dolor cada vez que exprimían su cerebro, de allí saliendo el jugo de la nostalgia con el que luego se ahogaría, bañado en el azúcar falsa que prometía dulzura mientras le podría los dientes.
Esas manos aún le mantenían la boca callada cuando quería confesar sus pecados, porque desde el Inframundo esas manos habían acabado con tantas vidas...
¿Dónde quedaron esas muertes si sus amadas manos no se las llevaron con ellas?

Argentina era producto de una voz que cada día y cada noche le susurró poemas de amor no convencionales al oído, era el resultado de una adicción al veneno que puso en su espalda un blanco para la muerte, seductora lo seguía de cerca partiendo sus envenenados labios y pidiéndole a Argentina que se dejara llevar por la pasión del final, el deseo pecaminoso de acabar en la cama con la mano de la muerte en la garganta, ver a sus ojos y gritar...
Suplicar... suplicar por piedad o suplicar por más, dependiendo de cuando ella lo viniera a buscar.
Quería engañar a la vida, y seguir a su voz amada a la muerte.

Así que Argentina era eso: un mentiroso.

Cómo todos, claro, pero al menos el resto tenían algo más dentro de ellos...
Argentina no, Argentina tenía un cuerpo hecho de mentiras, con un alma marchita, un pasado secreto y miles de pecados prestados.
Porque si su voz amada había sido un demonio pisando la tierra, acabando con todo a su paso en una sed de sangre, y esos pecados no murieron cuando él murió, entonces debieron transferirse a alguien más.
...
Y, sorpresa, sorpresa, Argentina se había acostado con ese demonio de la misma manera en la que fantaseaba con la muerte.
Los pecados de su viejo amante ahora le pertenecían, debía sufrir la culpa que él nunca sufrió.
Era su castigo por haberlo amado.

°•~Key~•°  (NazArg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora