Argentina, un país muy conocido y curioso.
Sus amigos saben todo de él... bueno... exepto por algo...
nadie sabe la utilidad de esa pequeña llave que siempre lleva en el cuello.
¿Que cerradura desbloquea? Nadie sabe ¿Que tan vieja es? Nadie sabe ¿Po...
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Que facil parecía ignorar el mal del mundo cuando estaba junto a sus dos amados. Que sencillo era verse mudo al llanto y ciego al sufrimiento. Era tan simple perderse en la dorada nube celestial que ese lugar se había vuelto, al otro lado del mundo pero de igual manera su hogar, inhalar el aire de calma a pesar del caos y el peligro a su alrededor, exhalar el dolor y perderlo como si nunca hubiera existido.
Eran días, a veces semanas -con suerte-, que lograban borrar meses de maltrato y sangre perdida. En contraste, la luz de esos limitados días hacía desaparecer casi por completo la sombra en la que vivía cada tortuoso segundo de su vida, sin importar cuanto tiempo hubiera pasado gritando en la oscuridad buscando en vano que alguien lo ayudara hasta lastimarse la garganta.
Todo quedaba de lado cuando tenía a ese bebé en sus brazos, meciéndolo y escuchándolo reír con una sonrisa de oreja a oreja, inconsciente de la masacre que estaba ocurriendo en el mundo en el que había nacido. Y Argentina, desesperado por un poco de paz, hacía la decisión de copiar la inocencia del niño y tratar de ignorar el caos.
Podía parecer imposible, estando en el corazón del conflicto y constantemente siendo recordado de que debería volver a encerrarse en las oscuras habitaciónes de su gélida casa, volver a soportar los gritos y las amenazas y ser aterrorizado hasta las lágrimas... pero seguir con vida parecía valer la pena cada vez que miraba al pequeño Alemania estirar sus manitas para alcanzar su sol otra vez, siempre tan fascinado al verlo...
Entonces un nuevo roce volvió a dar una nueva palada de tierra a la tumba en la que sus miedos descansaban, unos mimos en su cintura que se volvieron abrazos y besos pequeños en el hombro.
- Was ist mit dem Jungen? (¿Qué tal el niño?) - Preguntó en un tono grave y ronco, apoyándose contra su cuerpo
- Es muy tierno, lo amo, me lo morfo a besos - Argentina rió como manera de calmar su emoción, que amenazaba con llevarlo a las lagrimas
- Ich hoffe, du hebst auch einige dieser Küsse für mich auf (Espero que guardes algunos de esos besos para mí también)- Le sonrió el alemán de dientes afilados, repartiendo por su mejilla los toques de sus ligeros labios
- Vos sabés que me tenés constantemente a tu merced... no hace falta que te pelees con el nene por mí - Bromeó, dándole un codazo suave a modo juguetón
El alemán soltó una nueva risa coqueta, aumentando fuerza a su agarre y comenzando a desordenar sus ropas con la mano.
- Pues ¿Te puedo tener a mi merced una vez más? - Pidió pícaramente, volviendo a pasearse por su cuello y probando con lujuria el sabor de su piel
Fue tan veloz su movimiento que el argentino no pudo evitar perder el equilibrio y, en menos de un parpadeo, se encontró a sí mismo tirado contra el sillón y atrapado por la mirada del europeo. Abrazó más al bebé contra su pecho mientras sus latidos se aceleraran, como si lo usara de defensa.