~𝒫𝒶𝓈𝓉~²¹

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Past

Una puerta cerrada se puede sentir como una galaxia entera de distancia cuando del otro lado el silencio lúgubre parece estar en luto tras asesinar al sonido

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Una puerta cerrada se puede sentir como una galaxia entera de distancia cuando del otro lado el silencio lúgubre parece estar en luto tras asesinar al sonido.
Una distancia imbatible, que por años podría tratar de superar, correr hasta quedarse sin aire, arrastrarse como un perro deshidratado por el suelo, y el camino no haría nada más que alargarse infinitamente.

Y la puerta cerrada de la puerta de Buenos Aires... una puerta que había estado cerrada por años, y solo se abrió una última vez para que Alemania pasara... esa puerta que casi había olvidado, esa puerta cerrada... era el vacío infinito que ahora sentía entre él y su estrellita.

Un agujero negro que se había alimentado de todo ese cariño que alguna vez se tuvieron, y lo reemplazó por el amargo sabor a traición.

- Ale... Abrime - Su voz débil suplicó

Tocaba la puerta con un ademán tímido, como si supiera que él era culpable de ese silencio, que ese agujero negro había nacido de su propia boca.
Y ahora era su estrellita la que pagaba las consecuencias.

- Por favor, Alemania... - Apoyaba la frente contra la puerta, sus piernas temblorosas y blandengues aguantaban de milagro el peso de su cuerpo agotado - Ni siquiera tenemos que hablar si no querés, solo demostrarme que seguís ahí... -

Pero el luto continuaba en el aire, ahogando al oxígeno, creando ese espacio en dónde Argentina era la luna perdida, que había estrellado contra su pobre estrellita, destrozandolos a ambos en el proceso.

En esa oscuridad, en esas sombras, ni el sol se atrevía a entrar, asustado de quienes se ocultaban en ellas.
O quizá... El sol no estaba asustado, solo no creía que los mentirosos que vivían en ese espacio merecieran su calor.
Quizá tenía razón.
Argentina nunca mereció el calor gentil del sol... Él solía ser la luna, gratuitamente vivía de su brillo, pero ahora que era un meteorito explotado no merecía que la luz le volviera a dar la cara.

Estaría por siempre perdido en el espacio, en la asfixia de su propia mente.
Que nadie supiera dónde estaba.
Que nadie conociera su paradero.

- Ale... - Lo volvió a llamar, reteniendo las lágrimas en la garganta hasta que su voz temblara del dolor - Si querés no digo nada... No hablo, no te molesto... Pero al menos salí a comer algo - Le pidió - Hace dos días no comes nada... -

Al principio estuvo a punto de largarse a llorar, creyendo que su estrellita había decidido apagarse en el vacío de esa habitación... pero al fin escuchó sus pasos.
Jadeó como si nunca antes hubiera respirado.
Y entonces se abrió esa puerta que los separaba, se esfumó el agujero negro... y Alemania se paró a su lado, pero no habló, ni siquiera lo miró, el silencio seguía incluso cuando estaban cara a cara.

Pero no importaba, porque Argentina estaba feliz de ver a su niño con vida.

- ¿Tenés hambre? - Le preguntó, arrodillándose a su costado - Te puedo cocinar lo que quieras ¿Qué querés comer? -

°•~Key~•°  (NazArg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora