~𝒫𝒶𝓈𝓉~²⁰

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Past

Y de repente ahí estaba

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Y de repente ahí estaba.
Daba el primer paso a un callejón sin salida, a una casa a la cual nunca podría llamar hogar.
¿Dónde habían quedado los últimos momentos de su vida? El barco en donde podía fantasear con irse a cualquier otro lugar, lejano e irreconocible. O la mansión en donde al menos por unos pocos momentos podía sentir como llena de amor, aunque luego todo se deshiciera en lagrimas y gritos y agonías, aunque todo terminara envuelto en las llamas que creó él mismo y hecho cenizas.
Como un muerto.

Con solo un paso ya podía escuchar todos los gritos de agonía que alguna vez había soltado en esa casa, y todos los fantasmas que se le escondían entre las paredes salían a reírse en su cara una vez más.
¿En serio era este el lugar donde debía criar a su pequeño?

El corazón le latió con velocidad pero ya no pudo volver atrás cuando la puerta principal se cerró.
Una vez estaba cerrada, el mundo afuera era uno distinto al mundo de adentro.

Sin embargo su niño no pareció tan afectado...
El pequeño se escurrió de sus brazos y empezó al instante a correr alrededor de la oscuridad del lugar y analizar cada esquina como si fuera única.

Las risas del niño, tan distantes, por un segundo lograron opacar las agonías... Pero solo por un segundo.

Por otro lado, Argentina sentía que tenía los pies llenos de plomo, los arrastraba por el piso y necesitaba sostenerse de la pared para no colapsar.
Su mente aún se sentía aturdida, los sonidos eran lejanos y sentía que veía su propio cuerpo en tercera perspectiva, no era él mismo viviendo su vida.
O al menos deseaba no serlo.

Había un cadáver en su mente pero ya no sabía cuál de todos era, si el de su amado, el de su mansión, el del futuro que enterró en ese búnker bajo la nieve.
¿Por qué no podía ser él el cadáver? Sería mucho más fácil que seguir resistiendo patadas de la vida.
La vida no era un amante dulce como lo era la muerte, entonces por qué debía soportarla.

Sintió un tirón en la remera y fue forzado al mundo real otra vez, como un demonio que se arranca las garras en la tierra con tal de no ser arrastrado al Inframundo.
Pero ahí estaba otra vez, la mirada baja mientras observaba a los ojitos inocentes de su niño.

- ¿Papá? - Lo llamaba el alemán, el único alemán, parpadeando como un angelito, el niño de la masacre, el hijo del genocidio

El resultado de la crianza de dos pecadores mentirosos, de alguna manera era este pequeño querubín, que ridiculez.
¿Cómo?

- ... Me quedé pensando otra vez ¿No? - Tuvo que hablar con susurros, porque si alzaba la voz terminaría quebrando, y lo último que quería era preocupar más a su ya asustada estrellita

Él ahí, lamentándose, y mientras tanto su estrellita acababa de perder su hogar para siempre ¿Qué clase de padre era?

- ¿Qué pasa mi amor? - Le preguntó a su niño, acariciándole el cabello mientras trataba de estabilizar su mano que temblaba al son de su pulso desenfrenado

°•~Key~•°  (NazArg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora