~𝒫𝓇ℯ𝓈ℯ𝓃𝓉~²²

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Present

No quería mirar

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No quería mirar.

No quería abrir los ojos y enfrentar la realidad, realmente no quería, no tenía tal fuerza, ni tal determinación como para seguir viviendo.

No quería seguir viviendo, en general.
...
Tampoco quería morir.
El cuerpo no se lo dejaba, incluso si quisiera, incluso si en lo más profundo de su corazón tuviera ganas de darse por vencido, dejar que el calor le hirviera los huesos hasta derretirlos, y que ese menjunje hervido se hiciera cargo del resto de su cuerpo.
No podía.
Debía ser el instinto de supervivencia, tal vez, o la culpa.
Porque no tenía razones para seguir viviendo; pero, cada vez que pensaba en morir y en los dulces brazos de la parca, un pánico cosquilludo se le instalaba en el pecho, como los aleteos de una mariposa, encerrada en su tórax y tratando de salir, de escapar.

Quizá esa era su alma.
Que quería salir.
Escapar.

De hecho ya había escapado, por eso estaba ahí.
En un cuarto tranquilo y silencioso, caluroso, pero eso era mejor que estar rodeado de la prensa, sofocado por preguntas y micrófonos hasta que le falte el aire, no poder moverse entre la marea de gente buscando un título que ponerle a sus noticias más polémicas, no poder ni orientarse siquiera o saber dónde estaba pisando por los flashes constantes de las cámaras captando su sufrimiento eterno en una fotografía, plasmada en cada diario, en cada revista, cada noticiero, cada publicación, cada red social.
Que agobio.
No quería volver a su casa ya.
No quería enfrentar a ninguna persona, ninguna verdad.

No quería abrir los ojos y enfrentar la realidad.

No quería mirar.

Pero entonces se le coló por ese débil sueño, apenas sostenido al dormir por unos hilos, el ruido de una cortina abriéndose, y pronto la luz penetró sus párpados aunque estuvieran cerrados, solo pudiendo soltar un quejido antes de obligarse a abrir los ojos.
A mirar.
Después de todo, no podía hacerse el vago por allá, era tan solo un huésped y tendría que agradecer la amabilidad que había tenído su hijo en dejarle quedarse a pesar de todo lo que había salido a la luz.

- Buen día - Oh, y su voz seguía siendo tan amable también, a pesar de todo

Se sentó en la cama, estirándose y soltando un bostezo, como queriendo alargar un poquito más el tiempo antes de tener que responder.
Y al fin... encaró a Corrientes.
La provincia le devolvía la mirada con una sonrisa simpática de esas suyas, como si desde su finca no se hubiera enterado de todo lo que había pasado últimamente y creyera que su padre solo había venido a visitar para ser el buen padre que nunca fue.

Pero Corrientes sabía lo que había pasado... Lo sabía muy bien...
Ese día Argentina llegó llorando a la puerta de su finca, pidiéndole quedarse un tiempo, disculpándose como nunca antes, insultándose en cada idioma posible... Y Corrientes había dudado de abrirle por un momento, pero no quería dejar a su propio padre solo y desamparado.

°•~Key~•°  (NazArg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora