Argentina, un país muy conocido y curioso.
Sus amigos saben todo de él... bueno... exepto por algo...
nadie sabe la utilidad de esa pequeña llave que siempre lleva en el cuello.
¿Que cerradura desbloquea? Nadie sabe ¿Que tan vieja es? Nadie sabe ¿Po...
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La reunion se la pasó bostezando, incluso cuando no tenía tanto sueño. Llegó a un punto en el que casi le dio vergüenza, tratando de camuflarlo tanto como podía con su mano. Esa, junto a unas otras, fue la razón por la que apenas terminó la reunion se levantó de inmediato, queriendo tan solo correr lejos de las miradas que aún seguía sintiendo clavadas a él.
Pero no podía correr, eso sí que llamaría la atención de manera increible.
Chile a su lado, quien también se había levantado, le llamó la atención con un toque en el brazo.
- ¿Estai' bien? - El chileno preguntó con procupación leve, más como si estuviera confunfido que otra cosa
Argentina en ese momento notó que había estado todo este tiempo apretando su propio brazo, clavándose las uñas en la piel por nada más que el nerviosismo que estaba sintiendo. Rápidamente se soltó y tapó la zona afectada con la manga larga de su buzo.
- Sí... solo quiero irme ya - Murmuró a la vez que empezaba a buscar un camino entre la gente que lo llevara a la salida tan rápido como fuera posible
Si su idea original era separarse de todos y estar solo... entonces lo logró a medias, definitivamente nadie más se le unió, pero Chile lo siguió pegado a su espalda como si fuera su trabajo.
-¿Dormistei' bien? Estuvistei' bostezando bastante - Siguió insistiendo, pues algo en su interior le repetía que su amigo no estaba tan bien como decía
Argentina reprimió un suspiro pero no dejó de avanzar, subiendo velocidad casi sin darse cuenta, como si su inconsiente tratara de alejarlo del chileno tanto y tan rápido como podía. Algo en su interior temía explotar en cualquier momento y soltar en forma de quiebre más de lo que le gustaría que otros supieran.
- Estoy bien, Chile - Le respondió, sonando más cansado de lo que pretendía - Dejalo ahí. -
Cuando el chileno se acomodó para caminar a su lado, Argentina pudo distinguir su rostro levemente herido, aunque la incomodidad y vergüenza en su cuerpo le negó disculparse.
Tan cerca de la puerta, se encontró con un nuevo obstaculo... más allá del mar de países tratando de irse y los pequeños grupos hablando sobre sus propios temas, México se encontraba parado junto a sus compañeros del norte, aparentemente solo escuchándolos discutir con poco interes pero prestando atención. Aún le dolía profundamente no verlo sonriendo de esa manera tan suya... De repente los ojos ambarinos del mexicano se separaron de su vecino para clavarse como mágicamente atraídos al argentino. Argentina fue sacudido por un escalofrío cuando los ojos del contrario brillaron con una desesperación tan abrumadora que parecía que México estaba aguantando las ganas de correr hacia él.
Miró al suelo, tratando de controlarse de mirarlo cuando pasó a su lado, demasiado avergonzado para mirarlo nuevamente. Apenas pasarlo de largo la ola de tristeza y desepción que salió del tricolor fue suficiente como para casi derrumbarlo, viendose obligado a apurar el paso... tan solo tratando de alejarse, otra vez.
