capitulo cuarenta

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-¿Qué se supone que es eso?- pregunta la niña del flequillo desordenado, Yui, se recuerda Bakugou. Ella intenta inclinarse, pero Bakugou golpea su antebrazo contra la mesa, bloqueándole la vista.

-¡¿Qué pasó con no mirar ?!- acusa.

-Estás usando mucho pegamento-, menciona Sara, la que le faltan dientes. -No creo que necesites tanto-.

-¿Hah?" Bakugou frunce el ceño ante su arte de macarrones. -¿Por que importa? ¡Quiero que los estúpidos codos se peguen!-

-¡Pero si usas demasiado, se seca todo pegajoso!- Himari, ese último, agrega.

El ceño de Bakugou se profundiza. No lo había considerado. Empieza a picar el pegamento, frunciendo el ceño cuando parte de la sustancia pegajosa se le pega debajo de las uñas. Las chicas se ríen mientras lo miran.

-¡Deja de acaparar el brillo!-

Le arrebata el tubo de plástico a Sara y la risa de las niñas se magnifica. Aunque no le molesta. Por alguna razón, parece que no se están riendo de él. Y mientras no estén haciendo eso, él adivina que está bien.

Los padres de Himari son los primeros en recogerla, y luego los de Sara. Bakugou pasa la mayor cantidad de tiempo con Yui, quien le dice que sus padres siempre llegan tarde. Eso lo hace sentir un poco mal. Sus padres pueden ser un dolor de cabeza, especialmente su madre, pero Bakugou está bastante seguro de que preferirían desplomarse y morir antes que llegar tarde a recogerlo de alguna parte.

-Eso apesta-, ofrece Bakugou, y Yui se encoge de hombros, sus pequeños hombros rebotan.

Bakugou hace una pausa, mirando su arte de macarrones mientras espera que el pegamento se seque. Los mocosos tenían razón; no debería haber usado tanto.

-¿Te divertiste hoy?- Bakugou le pregunta a Yui, sabiendo que él estaría contento de sentarse en silencio, pero pensando que probablemente ella no lo haría.

Yui sonríe tímidamente y luego muestra su propio arte. Es un corazón mal cortado con fideos crudos colocados meticulosamente a lo largo del borde. Bakugou piensa que el suyo es mejor, pero, de nuevo, no todos pueden ser tan talentosos como él.

-¡Sí!- ella exclama.

La esquina de la boca de Bakugou se engancha hacia arriba.

Después de que sus padres recogieran a la última estudiante, Bakugou y Uraraka se van. Caminan por el pasillo vacío de la escuela que se oscurece, y el estómago de Bakugou gruñe. Debería haber aceptado su oferta de compartir su bento.

-Parecía que te llevabas muy bien con esas chicas-, observa, lanzándole una mirada de complicidad por el rabillo del ojo.

-Tch-.

-También tienes brillantina en la nariz-, bromea.

Bakugou hace una mueca antes de limpiarse las mejillas con el puño de un lado a otro, y su rostro se enrojece cuando Uraraka se ríe.

-Gracias por venir hoy, Katsuki-, continúa, más suave. -Es muy agradable ver que estás yendo más allá con esta tarea-.

Bakugou se detiene en medio del pasillo y Uraraka se detiene con él, mirando hacia atrás con curiosidad.

-No lo hice solo por la tarea-.

El arte de los macarrones que Bakugou mantuvo fuera de su vista durante la mayor parte de su caminata, finalmente sale de detrás de su espalda. Cuando Uraraka simplemente parpadea, Bakugou le arroja el cartón, por lo que no tiene más remedio que tomarlo.

Extraña rivalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora