capitulo treinta y siete

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-Lo siento-, comenta tímidamente, rascándose la nuca. -Supongo que hacer eso fue mejor que cualquier cosa que pudiera decir-. Ella se ríe torpemente. -Pero sé que te gusta tu espacio personal. Lo siento, Bakugou-.

Bakugou mira fijamente la ventana frente a él, inconscientemente buscando la mosca. Tch. Parece que el cabrón lo logró después de todo.

-Katsuki-, murmura, todavía buscando.

-¿Qué?-

-Es Katsuki-.

Bakugou se queda despierto la mitad de la noche con sus pensamientos. Se siente...mal. O bien. No puede decirlo, y eso es lo que le enfurece.

Se vuelve de costado, mirando su reloj con el ceño fruncido. 9:22 PM ¡Es prácticamente de mañana! ¡¿Cómo se supone que se va a dormir ahora ?!

Gruñe, volteándose sobre su espalda y arrojando su almohada sobre su rostro, presionando el objeto con sus antebrazos. Inhala ruidosamente, inadvertidamente atrapando su propio almizcle en la carcasa. El olor es tan diferente de cómo huele ella. Como té verde y frambuesas.

Bakugou piensa en sus dedos ásperos a través del material de su disfraz de héroe. Eso también fue extraño. Se pregunta si hubiera estado usando su disfraz de verano si ella hubiera tocado en otro lugar. Como su hombro. O su bíceps.

Su estómago da un vuelco de interés, y así, sus pensamientos se detienen en seco. Se quita la almohada de la cara y se sienta, frunciendo el ceño en su regazo. Dispuesto a olvidar este pequeño lapsus de control.

Él la culpa a ella, con sus confesiones tontas y blandas, y sus habilidades de batalla, y su terquedad y sus palabras amables y alentadoras y su cabello con olor a té verde.

Uraraka dijo que ella le confesó para sacarlo de su sistema. Multa. También necesita sacar algo de su sistema.

Bakugou la encuentra a la mañana siguiente en la cocina de la sala común. Solo.

Él puede decir que acaba de despertar, porque tiene los ojos entrecerrados, el cabello es un desastre y bosteza cada dos segundos. Ella va a un gabinete para agarrar una taza, y ahí es cuando él se da cuenta de que tiene unas manoplas rosadas y borrosas en las manos. Extraño.

-¿Por qué diablos llevas esos?- pregunta, y Uraraka salta.

-¡Bakugou!- exclama con sorpresa, y luego niega con la cabeza. -Katsuki-, corrige, más suave, más tímida.

-Mitones-, presiona, asintiendo con la cabeza hacia sus manos.

Ella mira hacia abajo a las coberturas de lana. -Oh.- Ella se ríe levemente. -Todavía los uso a veces cuando duermo. De lo contrario, terminaré en el techo-.

Bakugou asiente distraídamente, sin estar seguro de por qué incluso le preguntó en primer lugar. No obstante, archiva esa información sobre ella para más tarde porque quién sabe, podría ser útil. Su pecho se aprieta con anticipación cuando ella deja su taza en el mostrador y le presta toda su atención. Esto parecía más fácil en su cabeza.

Él aprieta los dientes. ¡Bueno, él no va a dar marcha atrás ahora!

Antes de que Uraraka pueda formular su pregunta, Bakugou aplasta cualquier última reserva y avanza. Apenas tiene tiempo para reaccionar antes de que él presiona sus labios contra los de ella, rápido, firme, sin pasión, y luego da un paso atrás.

Pasta de dientes, es lo primero que registra con él. El segundo es el desconcierto de Uraraka.

Él se endereza, mirándola con severidad. -Ahí-, ofrece como explicación. -Ahora ambos podemos olvidarnos de toda esa basura-.

Extraña rivalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora