Pequeña

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Sentí mi corazón acelerarse nada más escuché aquella voz, creía ya no recordarla pero me equivocaba porque me sobraron segundos para reconocerla.

Mantuve la mirada firme sobre Lexa, me aterraba la idea de voltear la cabeza y dejar de verla a ella para verle a él, a mi padre, dos años después de que le diese el venazo de irse a comprar tabaco y no volver, como suelen decir.

Lexa si que le miró y lo hizo algo desafiante, de veras que lo único que quería en aquel momento era que me sacara de allí, me había precipitado con lo de ir a mi casa, claro que lo había hecho, yo solo quería irme con Lexa de nuevo pero sabía que no iba a hacerlo, no iba a permitírmelo.

-Puedes hacerlo- me susurró, ahora era ella la que sostenía mi rostro entre sus manos.

Yo negué repetidas veces con la cabeza, estaba segura de que no iba a poder, estaba totalmente segura de ello.

-Vamos pequeña- susurró de nuevo.

Mis manos agarraban las de Lexa con fuerza, no quería soltarla pero ella despacio logró que lo hiciera para después lanzarme una mirada que me dio la suficiente fuerza como para voltear la cabeza y entonces...mirarle.

Caminé despacio hacia él, me temblaba todo el cuerpo y conforme más cerca estaba más me agobiaba, no sabía ni que hacer ni realmente cómo reaccionar, después de dos años volvía a tener a mi padre de frente pero el problema era que yo ya no lo veía como tal, quería hacerlo pero no podía.

Él me cogió de la mano y rápidamente la aparté, ni siquiera sé si fue algo voluntario o realmente fue algo así como un...un acto reflejo no...no tenía ni idea pero seguía sin saber cómo reaccionar, aquello me venía grande.

Antes de entrar a casa volteé la cabeza una vez más para despedirme de Lexa, se había esperado, a diferencia de la primera vez.
Después y finalmente, entré y mi padre también lo hizo cerrando la puerta tras él.

-Hija...- dijo mi madre cuando me vio.

-Dos años, dos malditos años y ahora de repente vuelves como si nada- exclamé sin mirar a nadie.

-Clarke yo...hay una explicación para todo esto, tú debes saberla está en...-.

-No te molestes, no la leí- concluí.

-Hija, tuve que hacerlo-.

-¿Como...como mierda te atreves a llamarme así?- grité.

-Clarke tranquilízate- intervino mi madre.

-¿Que me tranquilice? ¡me dejaste sola!- grité dirigiéndome a mi padre y levantando la cabeza para mirarle.

-Clarke por favor, vamos a hablar las cosas-.

-No, claro que no, no hay nada de que hablar-.

Corrí escaleras arriba y me encerré en mi habitación, minutos después escuché unos golpes en la puerta.

-Clarke porfavor, dame diez minutos, solo eso- suplicó mi padre tras ella.

-¡Te di dos malditos años!- grité.

-Déjame explicártelo, te lo ruego, cariño-.

- ¿Sabes papá?- me acerqué a la puerta. -No perdí la esperanza ni un maldito día, todos los días miraba el móvil no te haces una idea de cuantas veces para comprobar si al fin había recibido al menos un mensaje tuyo pero ¿sabes qué más? que ni en mi cumpleaños fue así, así que no te atrevas a llamarme cariño, porque ya no te voy a pasar una más-.

-¡Joder Clarke que hay una explicación para todo esto!- gritó.

-Pues ahórratela, no quiero oírla, a mi no me vas a comprar con tus sucias excusas como hiciste con mamá-.

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