Habían pasado unas cuatro semanas, cuatro semanas horribles en las que no había hecho más que llorar, llorar sola, porque ni siquiera Raven y Octavia tenían constancia de esto, cuatro semanas desde lo ocurrido en el patio, llevaba cuatro semanas viéndola día sí y día también por los pasillos, mirándola sin dejar de hacerlo ni un solo segundo hasta que finalmente desaparecía de mi vista, viendo como sonreía y cómo reía, llevaba cuatro semanas dedicándole todas y cada una de mis lágrimas pero ella ni siquiera se había molestado en dedicarme una sola sonrisa.-Clarke, hey Clarke despierta, tenemos que entrar ya a clase, ¿todo bien?- habló Raven logrando sacarme de mis pensamientos.
-Oh em...sí, sí, sí todo bien no te preocupes- mentí.
-Clarke, se que dijiste que no querías ha...
-Raven no- la interrumpí.
Ella asintió para después entrar a clase, yo iba a hacerlo también pero por alguna razón que desconozco me giré, cuando lo hice vi a Lexa sola yendo hacia el baño, quería seguirla, quería hablar con ella, me aterraba la idea de volver a entrar a ese sitio pero aún así la seguí, las ganas que tenía de estar cerca suyo, de volver a hablar con ella, volver a cruzar miradas y risas, las ganas que tenía de que me abrazara de nuevo, todo eso era mucho más fuerte que mi miedo. Desde el primer día, desde el primer día en que me habló para algo más que reírse, desde aquel día, desde que me salvó, desde ahí ya no me aterraba la idea de verla, si no de perderla. Había estado llorando durante cuatro semanas por alguien que dos meses atrás ni siquiera me miraba, solo se reía, había estado llorando durante cuatro semanas por alguien que tan solo me veía como a una pobre niña a la que debía ayudar, le había cogido un cariño inexplicable, lo único que por ese entonces sentia hacia Lexa era dependencia, dependía de ella más que de mi misma, por eso ya no me aterraba verla, sino perderla.
Caminé también en dirección al baño y detrás de ella, entré yo cerrando tras de mí la puerta y consiguiendo llamar su atención.
-¿Qué quieres?- preguntó volteando para mirarme.
A ella, joder la quería a ella.
-¿Qué coño te pasa conmigo?
-¿A mí? llevo toda la vida o bien ignorándote o bien puteandote, ¿acaso algo tendría que haber cambiado?
-Eso creía.
-Te avisé, no se como pudiste llegar a pensar que tú y yo podríamos ser amigas Clarke, no somos para nada compatibles y eso no va a cambiar, las cosas no cambian de la noche a la mañana, tú misma lo dijiste.
-Vi como me tratabas, ¿pretendes de verdad que crea que realmente no dejaste todo ese odio a un lado Lexa? joder me abrazabas, me tranquilizabas, nos reíamos juntas, me hablabas, me llevabas a casa, te preocupabas por mi y siempre estabas, joder ¡siempre!- grité.
-Clarke te ayudaba, solo eso pero no confundas las cosas, que no sea tan hija de puta como tú crees no significa que las cosas entre nosotras hayan cambiado lo más mínimo ni que vayan a hacerlo.
Lexa estaba tranquila, estaba muy tranquila y yo estaba al borde de un ataque de nervios, ella lo sabía pero aún así su actitud no cambiaba, ya no era como antes, ya no intentaba calmarme, ya no me aseguraba que todo estaría bien porque ambas sabíamos que no sería así.
-¿Que solo me ayudabas? te lo conté todo, me desahogué contigo como no lo había hecho con nadie jamás, te conté lo de mi padre joder Lexa, ¡confié en ti!- grité.
Noté mis ojos cristalizarse por las lágrimas que estaban a segundos de salir disparadas, sin ella, sin Lexa ni siquiera las cenizas se compararían conmigo, porque ellas resurgirían mientras que yo me consumiría cada día más y más.
-¿¡Que confiaste en mí para qué Clarke?! yo no te pedí que lo hicieras joder, ¡no quería que lo hicieras!- gritó.
Jamás me imaginé esto, jamás imaginé necesitarla, jamás imaginé estar llorando ante sus ojos y prácticamente suplicándole que no me dejara, jamás imaginé sentir esto, ni por ella ni por nadie, era como si millones de mariposas revolotearan por mi estómago buscando una manera de salir de ahí, salir de ahí y poder volar de nuevo pero entonces, entre nosotras dos, y tanto tú, sí tú, la persona que está leyendo esto, como yo sabemos lo que pasa cuando uno habla de mariposas, pero yo para nada quería reconocerlo, porque no podía haberme enamorado, no justo en ese momento y no de ella.
-Pero yo sí- dije entre lágrimas.
Yo sí se lo pedí, le pedí que me dejara confiar en ella, le pedí que no me dejase, yo le pedí que siguiese odiándome, que siguiese riéndose de mí y que siguiese humillándome si le daba la gana pero que porfavor se quedase.
-¿Que me pediste Clarke? no me pediste nada, no me pediste nada porque no necesitabas nada más de mí, nada más que lo que ya te doy, no quisiste mi puta ayuda, no quisiste ilusionarte así que me alejé, me alejé pero por lo visto no sirvió de nada porque ahora dependes de que yo te responda o no.
-¿Quieres saber por qué mierda dependo de ti Lexa?
-Sorpréndeme.
-Porque te necesito.
Ningún tipo de sorpresa invadió su rostro, fue ahí cuando lo entendí todo.
-Pero eso tú ya lo sabes...
Ella se quedó sin saber que decir por unos segundos pero después respondió, respondió y para nada lo hizo nerviosa ni con ningún tipo de dificultad, respondió tranquila y fue ahí cuando me di cuenta de que no era algo mutuo, yo la quería, la quería y la necesitaba con todo mi ser pero ella a mi no, ya ni siquiera me quería para reírse o humillarme.
-Clarke, no me necesitas a mi, necesitas a lo que te mostré de mi pero sabes que esa no soy yo, lo fui para ti porque lo necesitabas en aquel momento pero ya está, eso se acabó, no me conoces Clarke y no puedes estar enamorada de alguien a quien no conoces.
-Yo nunca he dicho que me gustases.
-Se darme cuenta de las cosas, crees que ni te he mirado durante este tiempo, pero créeme, lo he hecho.
-Es que a veces y muy a mi pesar, uno se vuelve adicto a las cosas que hacen daño, por eso yo me volví adicta a ti- dije para después salir de allí.
La odiaba, la odiaba pero al mismo tiempo la amaba porque sí, es posible odiar y amar a alguien al mismo tiempo, porque enamorarse no es amar, puede uno enamorarse y odiar y yo la odio, la odio por haberme hecho quererla tanto.
Empecé a correr, corrí tanto como pude, corrí casi tanto como lo estaban haciendo las lágrimas que caían por mis mejillas, corrí sin mirar atrás, sin mirarla a ella, sin pensar en ella corrí, corrí por todo el instituto hasta que alguien me paró.
-Hey, no se puede correr por los pasillos, te echarán la bronca- dijo una voz masculina que creí reconocer.
-Pues que me echen la bronca, que me echen la bronca y después me echen de aquí- respondí con la voz rota y sin mirar a aquel chico.
-Oye, no es asunto mío pero ¿estás bien?- preguntó.
-No, no ves que no o...
Quise terminar pero cuando levanté la cabeza y vi el rostro de aquel chico ante mis ojos me quedé sin aire, sin aire y sin fuerzas para poder siquiera mover un dedo.
-¿Cuanto tiempo no, princesa? veo que hoy no tienes a Woods para protegerte así que podremos terminar lo que ya empezamos.
Mike, creo recordar que aquel era su nombre, era uno de ellos, uno de los chicos de los que Lexa me defendió.
-¿No vas a decir nada? tenemos tiempo princesa- sonrió.
Intenté pensar una respuesta pero antes de que siquiera una palabra saliese de mi boca, noté sus sucias manos sobre mí, se me erizó la piel por el miedo que sentía, estaba aterrada y para nada preparada para acabar lo ya que habían empezado conmigo.
Empecé a notar como alguien se acercaba a nosotros riendo y aplaudiendo, yo estaba de espaldas a aquella persona así que no pude ver quien era, pero su voz me dio la respuesta.
-No te cansas eh.
Lexa.
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VOLVER A EMPEZAR
Fanfiction¿Puede ser que del odio al amor también haya un paso? ¿O quizás simplemente sea una mera afirmación sin sentido? La verdad es que no lo sé, realmente no sé nada, nada más que éramos dos adolescentes, pero dos adolescentes tratando de luchar una guer...