"Mamá"

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Efectivamente, la mano que intentaba frenarme por todos los medios a pesar de yo negarme a hacerlo, era la mano de Lexa.

-Deja al menos que te lleve a casa-.

Finalmente asentí, tampoco tenía otra opción, ni siquiera sabía donde estábamos y pronto se haría de noche. Ambas subimos a la moto y yo volví a agarrarme a ella todo lo fuerte que pude sin sentir entonces, sus manos sobre las mías, como la última vez.
Estuvimos un rato dando tumbos por carreteras que  ya reconocía por la ruta anterior hasta que entramos a Beacon Hills donde, otra vez, Lexa paró la moto.

-Necesito que me indiques por donde es, no sé dónde está tu casa- dijo volteando para mirarme.

-Me puedes dejar aquí, ya me apaño hasta llegar a mi casa.

-No, se te hará de noche y es peligroso, indícame por donde es.

-No tienes que preocuparte más por mi Lexa, sigues odiándome y suficiente has hecho ya, además, si me llevas se te hará de noche a ti y es peligroso ¿no?

-Cállate e indícame el camino, puedo odiarte pero no voy a dejarte para que vuelvan a...dime por donde es- rectificó.

-Para que vuelvan a intentar follarme, puedes decirlo, soy perfectamente consciente de lo que he vivido.

-Dime por donde es- repitió.

-Desde del instituto, todo recto tres calles y después a la derecha.

Lexa volvió a arrancar la moto para dirigirse a donde le había indicado. Durante el camino se me ocurrió mirar el móvil después de haber estado todo el día sin tocarlo, vi entorno a veinte llamadas perdidas de mi madre, unas diez de Kane, y aún más de Raven y Octavia lo cual sinceramente, no me sorprendió, me la iba a cargar pero la verdad es que después de todo, era lo que menos me importaba.
Tardamos unos diez minutos en llegar a mi casa, no me apetecía nada entrar, entrar y tener que dar explicaciones, tener que contarles lo que me había pasado, no, no quería hacerlo.

-¿Bajas o...?- preguntó Lexa ya que yo ni me inmuté al llegar.

-No quiero entrar, no quiero tener que dar explicaciones y mucho menos quiero tener que contar de lo que me has...salvado.

Estaba desahogándome demasiado con Lexa, se lo estaba contando todo y ella me estaba ayudando sí, pero aún así me veía incapaz de dejar pasar la opción de que al día siguiente en el instituto fuese a contarlo todo para humillarme, era Lexa, me odiaba y le encantaba eso de humillarme públicamente, ¿porque todo tendría que haber cambiado en una tarde?

-Oye, se que es difícil pero también sé que tienes que hacerlo, las dos lo sabemos.

Respiré hondo y bajé de la moto, empecé a caminar hacia la puerta dispuesta a tocar el timbre pero no lo hice, no lo hice porque no podía dejar que se fuese así, sin más.

-Lexa- volteé

Ella asintió en señal de que me estaba escuchando.

-Gracias.

-No he hecho nada que no debiese hacer.

Esta vez fui yo la que asentí para después volver a girarme dispuesta a tocar al timbre, pero una vez más no, no lo hice.

-No lo cuentes, te lo suplico, si quieres reírte de mí hazlo, si quieres humillarme hazlo también, pero te ruego que encuentres otra forma, no quiero que...que sepan que...que...- volteé de nuevo.

-Clarke, ya te lo he dicho, no soy tan hija de puta cómo crees.

Parecía algo molesta supongo que por haber dado por hecho que sería capaz de algo así, realmente lo entendía, al fin y al cabo Lexa era tan persona como yo y en el fondo, muy fondo, todo hay que decirlo, tenía su parte blandita, todos la tienen ¿no?

-Yo...Lexa lo siento mucho no...no quería...no creo que seas...

-Déjalo, llama ya al timbre para que pueda irme.

Hice lo que me dijo y la maldita puerta no tardó más de diez segundos en abrirse dejando ver tras ella a una Abby no sabía muy bien si feliz, enfadada o preocupada.

-¡Clarke!- gritó mi madre abrazándome como si hubiese estado años sin verme.

Me aparté de ella, volteé la cabeza para volver a mirar a Lexa y al menos despedirme pero se había esfumado, sin más y con razón, fui una auténtica estúpida.

Fue entonces cuando opté por hacer caso a mi madre y entrar a casa porque una vez más, era la única opción que tenía.

-¡Clarke! menos mal que estás bien, no sabes lo preocupados que estábamos- dijo Kane al verme entrar por la puerta.

-Sí, sobretodo tú- respondí seca y sin mirarle.

-¡¿Donde te habías metido?! ni siquiera cogías el móvil Clarke.

-Estaba con Lex...con una amiga.

-Me han llamado del instituto para decirme que tampoco has ido en todo el día, ¿me puedes explicar que significa todo esto?- ya no se mostraba preocupada si no enfadada.

-¿Has dicho Lexa? creía que os odiabais- intervino Kane.

Le lancé una muy mala mirada que pareció captar pero no solo él, mi madre también.

-¡¿Con Lexa?!- preguntó mi madre levantando el tono de voz más de lo normal.

-Pues sí, mira sí, con Lexa ¿qué más os da? es mi vida.

-¿Que qué más me da que hayas estado con la loca que durante años no ha hecho más que humillarte y con el peor ejemplo a seguir de todo Beacon Hills? ¡¿Enserio Clarke?!

-Mira mamá, me he saltado la última hora porque me he metido en el baño y antes de que pudiera llegar a la puerta dos tios se me han puesto delante para después cogerme y forzarme, que mientras posiblemente tú estabas follandote a este señor- miré a Kane. -A mi estaban intentando follarme dos asquerosos de los que por suerte, Lexa me ha salvado y por eso no te he cogido el puto teléfono en todo el día, porque Lexa me ha llevado lejos de esta mierda de pueblo para tranquilizarme y asegurarme que todo estaría bien, cosa que ¡tú! en tu vida has hecho, así que no me vengas con mierdas sobre ella porque ¡en una tarde me ha ayudado más de lo que tú lo has hecho en años!

Sin esperar por una respuesta subí corriendo las escaleras camino a mi habitación encerrándome en ella una vez allí.

-¿Estás comparando a tu madre con una adolescente que ha hecho lo que cualquiera que hubiera pasado por allí en ese momento habría hecho?- gritó mi madre.

-Solo te importa eso mamá ¿de verdad? acabo de decirte que han intentado abusar de mi sin y ¿Lo único que te importa es que te haya nombrado a Lexa? ¡Vete a la mierda!

-Abby dejala, no es el momento- escuché decir a Kane.

Estaba harta, harta de esa casa y de ese maldito pueblo, no podía más, llevaba aguantando lo mismo quince malditos años, aguantando a mi madre, aguantando el peor instituto en el que jamás habría podido estar, llevaba años aguantando a Kane y años aguantando la ansiedad que me provocaba el solo hecho de pensar que mi padre jamás volvería y que estaría condenada a vivir con la parejita feliz hasta los dieciocho para después largarme y no tener a nadie más que a mi misma.

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