Quédate

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Odiaba la idea de volver a la rutina, al instituto, a la misma ruina de siempre, odiaba la idea de volver a verlos a todos, solo habían pasado unos días y en esos días había pasado de todo pero aún así, no quería volver.

-Entonces ya no nos veremos casi- dije cabizbaja.

Lo que más me aterrorizaba sin duda era la idea de volver a tener que fingir, fingir que la odiaba, que ambas nos odiábamos, volver a tener que vernos a escondidas o ni siquiera eso, me aterraba el hecho de que no fuese a poder abrazarme a ella cuando quisiese, de que no fuese a poder pasarme el día en su casa, o fuera, pero con ella y odiaba el hecho de que no fuese a poder decirle cada maldito segundo que la amaba, más que a nada.

-Hey, nos veremos todos los días en el insti y los findes me los pasaré contigo ¿vale?- me obligó a mirarla.

-¿De qué me va a servir verte si voy a tener que "odiarte"?

-Clarke...ya hablamos de esto...

-Ya claro, olvídalo.

-Oye, sabes que yo termino antes, no me queda nada para poder estar contigo y mejor que nunca ¿vale?

-Déjalo Lexa, tengo sueño, ¿podemos ir a la cama? mañana tenemos que volver a clase.

-Claro, te recogeré donde siempre cuando termines e iremos a hablar con tu madre ¿te parece?

-Lo que tú digas- respondí seca.

-Clarke...

-Lexa, estoy cansada.

Suspiró.

-Muy bien, dúchate, ponte el pijama y espérame en la cama, enseguida voy.

Caminé hacia el baño con la intención de darme una ducha rápida y poder irme lo antes posible a la cama, estaba destrozada entre unas cosas y otras. Cerré la puerta y empecé a quitarme la ropa, no fue agradable tocar de nuevo cada parte de mi que Philippe había manoseado y mucho menos lo fue pensar en que podría haber ido mucho más allá, pero intenté olvidarlo por unos segundos y centrarme únicamente en darme aquella ducha.

El baño tenía una ventana, cosa que me asustó, después de todo lo vivido, tanto con Philippe, como con aquellos chicos en el instituto y como con aquellos otros la noche que me volví con Wanda, el miedo ya era un compañero más.

Tras haberme desecho ya de la camiseta y el pantalón que llevaba puestos, decidí encender el agua de la ducha para que se calentara un poco el baño antes de pasar a quitarme también la ropa interior. Poco a poco iba notando como el baño se caldeaba, estaba decidida a quitarme ya todo y meterme en la ducha cuando, como acto reflejo, miré hacia la ventana y vi una sombra, bueno, no sabía si realmente había visto algo o simplemente eran alucinaciones causadas por el terror que me acompañaba, pero el miedo empezó a consumirme de nuevo solo de pensar que Philippe podía haber descubierto en que casa me había metido tras haber escapado y que podía estar tras esa ventana mirándome.

Aparté la mirada e hice como si siguiese a lo mío para ver si lo que estuviera tras esa ventana volvía a dejarse ver y efectivamente, así fue, no eran alucinaciones mias, realmente había alguien ahí, tras aquella ventana. Cuando volteé de nuevo para descubrir si realmente era él, todavía no le había dado tiempo a esconderse y ahí estaba. Quedé totalmente paralizada en el sitio, miraba fijamente a Philippe y él me miraba a mí, ambos estábamos serios, totalmente serios hasta que él esbozó una sonrisa provocativa y sobretodo, aterradora. No se me ocurrió otra cosa que gritar, gritar rezando que Lexa me escuchara, seguía paralizada, no podía mover un dedo y cada vez era mayor el miedo que recorría mi cuerpo. A pesar de mi grito, que no fue para nada silencioso, Philippe no se inmutó, seguramente pensó que estaría sola en casa y que nadie vendría a socorrerme pero estaba muy equivocado porque en cuanto Lexa cruzase la puerta del baño, le faltaría pueblo para correr.

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