Capítulo 9

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En la celda solo se escuchaban sus respiraciones. Había dos camas opuestas, en una Axl estaba acostado mirando el techo y en la otra estaba Kurt sentado juzgando con la mirada al rojito.

Había sido su idea, tenía derecho a verlo feo todo lo que quisiera.

Y también había sido su culpa que los atraparan.

Axl quiso comprarle su elote a Kurt y se detuvieron en un puesto de una plaza, todo iba bien hasta que vieron oficiales acercarse e intentaron huir nuevamente pero se metieron en un callejón sin salida al querer perderlos.

Suspiró. De acuerdo, también era su culpa que estuvieran encerrados ahí. No le puso un alto. ¿Dónde había quedado su yo tímido y aguafiestas?

El rojito tenía algo que lo hacía ser otra persona, mostrar su verdadero interior. Ni siquiera a Dave le hacía tanto caso.

—Deja de verme.

—No.

Kurt no estaba molesto, se había divertido y aunque sabía que no estaba bien lo que hicieron quería darle puntos al rojito. Lo llevó a una cena elegante y cara, comió un enorme filete y oro y al final intentó comprarle su elote, lástima que tuvieron que salir corriendo.

Y ahora estaban en una celda y debían mil dólares.

Eso último no sonaba muy romántico.

—Lo siento, rubito.

—¿Por qué lo sientes?

Axl giró su cabeza para verlo.

—Por meterte en esto, en esta celda. —señaló al aire con su mano. —Yo quería... No sé... Impresionarte...

Kurt esbozó una sonrisa. —Lo hiciste... No cualquiera te lleva en persecución y a prisión.

Axl soltó una risa. —Creo que tienes razón.

—Nunca pensé que iría a prisión, pero... Me alegra que sea contigo.

Ambos se miraron a los ojos y sonrieron. El brillito ahí estaba.

—A la próxima prometo llevarte a comer tacos de 4 por 3 dolares.

Kurt torció un poco su boca. —¿Qué tal si la próxima te invito yo?

El rojito le guiñó el ojo. —¿A tu casa?

Kurt se sonrojó y agachó un poco la cabeza. —Tal vez.

En eso, llegó un oficial y golpeó los barrotes para llamar su atención. —Muy bien, cada uno tiene derecho a una llamada.

El primero en ir fue Kurt con el oficial custodiandolo.

Decidió llamar a Dave. Sus padres lo matarían.

—¿Hola?

—Dave, soy Kurt. Necesito tu ayuda.

—Hola, amigui, ¿cómo te fue? ¿Necesitas que te lleve condones? —dijo pícaro seguido de una risotada.

Sus mejillas se tornaron rojitas. —No, idiota... Verás, estoy en prisión.

—¿Qué? ¿Cómo? No creo que sea exitante hacerlo en una celda... Oh, bueno, espera, a lo mejor sí...

—¡Dave, escucha! —suspiró exasperado. —Solo ven.

Lo siguiente que escuchó fue más risa.

El oficial carraspeó indicando que el tiempo estaba por terminarse.

—Dave, es enserio.

—¿En serio? ¿Y Axl?

Está en la celda, solo ven a la estación de policías y paga la fianza.

RED / KurtaxlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora