Parte 5

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Las rosas azules salieron aquella mañana después de reunirse con el príncipe Zanac, su misión no era otra qué ver que la caravana llegara a salvo al reino Hechicero.

Primero tendrían que llegar a E-pespel y dar aviso al alcalde para después partir y en un estimado de dos días divisar a la multitud, después de eso lo llevarían salvo por la frontera sur hasta los límites de Re-Estize donde se esperaba a un grupo del Reino Hechicero para dar la bienvenida a los refugiados.

Lakyus confiaba en que nada anormal o malo fuese pasar, con la  frontera de la Teocracia cerrada esperaba que esta no interfiera o por lo menos miraran de lejos.

A veces en este mundo que comenzaba a moverse de maneras diferentes, extrañas o especificas la inocencia del pensamiento podía darles algunas sorpresas.

Las cuatro aventureras a caballo agolparon sin descanso diurno dirigiéndose a su destino, por las noches descansaban un poco y antes del amanecer emprendían camino, el sol abrasador les daba por la espalda, el viento seco/humano de la zona les indicaba que tan cerca estaba de su destino.

Al paso que iban podían ver incluso los pequeños poblados u territorios de nobles en decadencia, las plantaciones arruinadas por su sobre carga y la poca mano de obra. Todo iba mal.

¿Cuando fue que llegaron a esto?

Lakyus en ratos traba de llegar a un punto donde pudiese saber en qué momento paso todo esto, si bien. Reaven le había dicho que la avaricia era el peor mal de todos.

¿Que pasó con Reaven?

Después de la masacre de las planicies ya no supo nada de él, ni siquiera el mismo príncipe Zanac podía contactarlo.

Había huido del país.

Pensándolo, era lo más sensato. Él tenía hijo y esposa que cuidar, la zona más segura por el momento sería la República de Arglan. Lakyus dudaba que el Rey Hechicero se fuera a inmiscuirse en el territorio de un Lord Dragón, que según las leyendas, era el más poderoso.

¿Tenemos una esperanza?

Se volvió a decir.

"¡Arreh!"

Espoleó al caballo, este haciendo uso de su fuerza y musculatura avanzo más rápido dejando detrás de si una estela de polvo y tierra. Sus compañeras hicieron lo mismo.

--II--II--

En lo alto de un árbol se encontraba un joven aventurero, su aspecto podría hacerlo ver como sino fuera una amenaza pero lo cierto es que bajo un entrenamiento riguroso había aprendido a matar a cinco hombres a la vez, aún así su objetivo principal por el momento era de ser vigía, si miraba a su lado izquierdo podía ver a kilómetros la frontera de la Teocracia, a la derecha una gran mancha de gente que se extendía a lo largo, todos caminando en una sola dirección. Al bajar del árbol más grande, se dirigió hacia su líder.

"Todo se ve despejado"

Este asintio.

Ruth tenía precaución a un nivel paranoico, hace días atrás habían visto a una docena de aldeanos, estos los miraban de una manera extraña. Temeroso de alguna ataque decidió ser precavido.

"Bien, ordenarle a Nil que vaya deteniendo la caravana, descansaremos aquí esta noche."

Sam hizo lo indicado y para el ocaso la multitud gente ya tenía lista las carpas y hogueras para el descanso.

El poco alimento fue repartido, los hombres sanos se habían separado en parejas para rondines y turnarse la vigilancia.

"¿Crees que Ruyko llegue pronto?" Nil vertia un especie de estofado en un cuenco de madera, lo entrego a una de las ancianas que hacían  fila para la comida.

"Uso un pergamino de [Teletransportación] ya debe de estar de regreso junto con soldados y provisiones."

Sam no creía que fuese a tardar mucho, la administración y la respuestas rápidas del Reino Hechicero eran efectivas. No creía que su Majestad fuera abandonarlos y mucho menos abandonar a la gente del Reino Santo.

"Gracias."

Nil sonrió a la anciana, la mayoría de la caravana era gente de edad avanzada, algunas jóvenes mujeres, niños y en poca medida hombres adultos. Si sufrieran un ataque seria imposible defender. Solo éramos tres y si acaso una docena de hombres sanos.

--II--II--

Cada vez ellos se morian de hambre, el noble del territorio les había arrebatado la poca comida que les quedaba. Por lo que había oído, los demás territorios estaban igual.

Desolación, muerte y hambruna, además de están a nada de una guerra civil entre las facciones para terminar la disputa del trono.  Estaban todos perdidos, la anterior 'guerta' los había dejado sin nada y con un dolor que les callaba hasta el Alma.

Era como si los cuatro dioses les hubiesen abandonado.

Pensándolo bien ¿Quién no abandonaría toda esperanza después de ver toda aquella horrorosidad?, los pocos hombres que habían regresado sufrían de males mentales, ni la magia era capaz de quitar el estado catatónico de algunos, los gritos causandos por las pesadillas eran insoportables y sin contar el numero de suicidios que se habían presentado meses después de sus llegadas.

Solo las mujeres podían sentarse a llorar el cadáver de un hombre que había visto el infierno en la tierra.

Los pocos aldeanos cuerdos había logrado acumular ese odio en solo una cosa, todos sus mandamientos y deseos de muerte estaban enfocados en ese maldito rey que les había traído desgracia.

Y más aún el saber que hacia actos de caridad a la dichosa nación que había salvado, y en cambio, ellos morían de hambre.

Cerca de mil aldeanos se había juntado con los respectivos nobles territoriales, varios de ellos pedían a garitos que apuntaran las armas ya sea hacia Ainz Ooal Gown o hacia Ramposa III, el último un inepto que los había llevado a la boca del lobo y les hizo caer en desgracia. Mientras que el primero los empujaba a un abismo de locura.

Los nobles no pasaban en alto cada queja de sus plebeyos, sabían que tenían la razón, eran tiempo de cambiar la Corona a una más apta y por lo visto ni el Principe Zanac era digno de ella.

"¡Mi señor!"

Un hombre de mediana edad entró rápidamente al recinto, le faltaba el aire, sentia que iba a desfallecer.

El noble se levantó abruptamente de su lugar, todos los presentes dirigieron la mirada al recinto llegado. Era un jinete de pobre montura.

"¿Que sucede, habla de una vez?"

Recuperado muy apenas el aliento comenzó hablar.

"A día y medio, a día y medio hay una multitud de gente, casi 100 que recorren el camino, salidos del reino Santo."

Los murmullos comenzaron.

"Aventureros, aventureros viajan con ellos."

"Y ¿eso que tiene de urgente?"

Otro de los nobles habló.

"Son del Reino Hechicero, sus emblemas los delatan."

Y con eso todo el mundo entendió, era una caravana de traidores.

Overlord + HELLSINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora