Overlord + HELLSING

Parte 6

Entre más rápido hiciera esto sería mejor, no debía ni dudar ni tomar más tiempo del necesario. En esta ocasión pondría a prueba dos cosas: a su reciente adquisición y el comportamiento de los guardianes.

Si bien, lo segundo a dado una luz tenue ni verde ni roja, las medidas tomadas por las tres inteligencias de Nazarik necesitan ser pulidas, ya que había errores en ellas y más aún al no confiar en los demás guardianes.

Pero tenían un punto a su favor, no podían predecir con exactitud la reacción de sus compañeros, si bien eran leales pero también tenían una conciencia e inteligencia que rueda a otro ritmo ajeno a ellos.

"Uhm..."

Ainz sentado en su trono miró a los guardianes delante suyo, cada uno de ellos postrado sobre su rodilla, detrás de ellos se encontraba Sebas junto a las pléyades.

Albedo, Demiurge y Pandora Actor mantenían la cabeza baja más de lo normal, tal vez avergonzados por sus decisiones, pero siendo sinceros, habían hecho lo correcto.

Soltó un largo suspiro sin quitar la mirada de ellos, estaba cansado.

"Me alegra estar de nuevo aquí" su voz se escuchaba serena, los guardianes levantaron un poco el rostro mirando en dirección hacia él. "Debo pedir disculpas por preocuparos pero... debo decir que esta situación estuvo fuera de mis manos, aún así me alegra saber que actuaron bien. Ya que esto no era idea mía."

Cuando los guardianes estuvieron apunto de decir algo, Ainz levantó la mano deteniendo a los NPCs.

"No, desconozco si fue un ataque enemigo o una broma de mal gusto, a decir verdad, no tengo idea cuál fue la intención de sacarme de mis dominios pero esto confirma que así como fuimos transportados de mi mundo a este mundo, hay otros mundos allá afuera. Debo decir que era similar al mío pero años de diferencia."

Ainz llevo su mano huesuda al rostro esquelético que poseía y cubriendo parte de su cara rememorizo los acontecimientos anteriores, ya había visto los estragos de la guerra tanto en ese mundo como en el anterior y si algo había aprendido es qué a veces las guerras no tiene sentido 

<<Hay gente que solo quiere ver el mundo arder>>

Saber que el Mayor Montana había ocasionado tal masacre solo para destruir a un solo enemigo era impresionante de saber, la estrategia y desempeño, la pasión con la que lo hacía era algo de admirar.

Miro por un momento a Demiurge.

Un casi inaudible gruñido brotó de su garganta inexistente, se acomodó de nuevo en su lugar y habló.

"Aprendí bastante, eso lo debo agradecer." Miraba como todos le miraban con atención, esa maldita y devota atención. "Aunque ahora yo soy fuerte no cabe duda que entre los humanos algún día nacerá alguien que hará todo lo posible para eliminar me, siendo sincero me emociona un poco el tener un rival digno pero para eso falta años, miles de años.  Aún así, pienso estar preparado para ello."

Bajo los pies de la muerte una sombra se hizo presente, algo que no era capaz de proyectarse por la abundante luz del lugar.

Cada vez su presencia era más oscura, pasaba de lo fantasmal a una escencia líquida, petrolica como si los tentáculos de una bestia Lovecraftniana se fuera a materializar.

Las tres mentes de Nazarik levantaron el rostro, los demás guardianas ajenos a lo que se presenciaba delante de ellos, pensando que era una habilidad pasiva de su amo, seguían mirando al rostro de su señor.

(¡¡Este idiota!!)

Le había pedido que no hiciera nada estupido, le había dicho que esperara a su llamado pero no, aquí estaba a sus pies haciendo una ridícula dramatización de si presentación.

Cuando menos se había dado cuenta un perro negro estaba a lado de él, podía ver a los guardianes sorprendidos y puestos en guardia por algún altercado, Aura miraba con atención a ese perro que no parecía ser una bestia común, Mare por su parte jalaba de la ropa de su hermana, su vista no estaba en el animal sino en la pequeña figura que yacía atrás de ella.

Se había materializado como si fuese neblina en la oscuridad, poco visible y al estar en su forma completa, ahí estaba de pie con esa apariencia infantil. Sus ojos azules no miraban a nadie, miraba al vacío pero escuchando las palabras de la muerte sentada en su trono.

Esta marcando territorio.

El pensamiento llegó al ver la cara de las tres mentes de Nazarik, su furia irradiaba en sus ojos. Solo después de un tiempo los demás presentes se dieron cuenta de las intenciones del recién llegado.

Shalltear quería brincar encima de ese pequeño bastardo, como se atrevía a poner su asquerosa esencia cerca de su amo y más aún propagarla por toda la sala del trono.

"¡¡¡Basta!!!"

El ambiente hostil se congeló ante el grito del señor de tumba, la sala del trono había recobrado su aspecto natural.

Los guardianes con la cabeza baja pedían disculpas, mientras aquel perro tomaba asiento a la de la muerte y el niño seguía detrás del trono.

"Estas en mi casa, en mi dominio y debes respetarlo, así como ellos son mis hijos." Dijo a la vez que el aura oscura rodeaba su cuerpo.

Ambas mujeres habían sentido una punzada en el corazón.

Ante el silencio presente después de sus palabras, agregó.

"Te traje aquí solo por un propósito, tu vida allá dejo de tener sentido, destruirte y devorar a tus enemigos y lograste tu única meta." Al hablar en sus últimas palabras golpeó con la punta del dedo huesudo el brazo del trono, suaves golpeteo llamaron la atención de todos, así como el menor camino desde detrás del trono hacia delante. "Te dije que yo le daría un motivo a tu vida."

Las cuencas negras con aquellas luces rojas del Overlord se toparon con los ojos azules del menor, en silencio se miraron por un rato.

"Jurame lealtad y cumpliré mi promesa, jura ante mis hijos y los vestigios de mi compañeros de Nazarik. Jurame lealtad, sino... muere."

La idea era tentadora, una pelea contra la muerte le parecía fascinante pero... la muerte ya lo había encarado una vez y antes de dar su último aliento él huyó de ella, ahora la muerte le llamaba no para reclamar y tomar venganza sino que para unirse a sus filas.

¿Que podía hacer?

Pelear contra la muerte era un suicidio, el unirse a ella podía darle ventajas. Pero ya había vívido demasiado tiempo.

¿Cuanto tiempo más debía vivir?