II

442 55 5
                                    

Delante de ellos veían a la entidad oscura que bajo la protección de su armadura de placa completa les contemplaba, su capa roja escarlata, sus dos enormes mandobles que podían ser cargados por él como si se trataran de dos simples palos, su yelmo que ocultaba su cara e identidad.

Pero... lo que más llamaba la atención de aquel aventurero, eran las dos cartas que sostenía en las manos.

Una de ellas era de color blanco perlado, fina caligrafía y el sello con el escudo del Reino Hechicero.

La otra era de un tono negro, una bella caligrafía y envuelta en un listo rojo, el sello con el escudo del Reino Hechicero de igual manera estaba impregnada en ella.

Los Cardenales al saber de la venida del Héroe Oscuro se preguntaron dos cosas:

1. ¿Por qué había venido?
2. ¿Por qué el Rey lo dejó salir?

A la primer pregunta, la respuesta de todos había sido,que tal vez Momon venía a unirse a ellos y derrocar al Rey pero el saber que Ainz Ooal Gown fue capaz de matar el Emperador Demonio Jaldabaoth, les indicó que tal vez Momon no era tan fuerte como pensaban.

Si pusieran a pelear a Momon contra el Rey No-muerto, Momon perdería sin duda alguna.

A la segunda pregunta la respuesta fue: Debe ser algo muy importante para dejar salir del Reino al vigilante de E-Rantel.

¿Qué sería tan importante?

Sabían del ataque de los aldeanos a la caravana.

"Bien, Momon de la oscuridad. Estamos aquí todos presentes ante ti, dejamos de lado nuestras actividades solo para escuchar tus palabras."

Varios Cardenales trataron saliva duramente, acto que el aventurero notó.

"Y lo agradezco." Se inclino un poco en respeto. "Por ello, no les haré perder mucho el tiempo."

Al decir aquellas palabras levanto las dos cartas, una mujer de bellas facciones se acercó a él sin mirarlo, colocó las cartas sobre una bandeja y las entregó.

Primero las inspeccionaron esperando que estas no tuvieran ni un tipo de trampa o magia que les pudiera hacer daño, al ver que no tenían nada, uno de los subordinados del Cardenal del viento abrió la primera.

Comenzó a leer en voz alta.

Por medio de la Presente, se les hace llegar a las máximas autoridades conocidos como los Cardenales de la Teocracia Slane, la Declaración de guerra contra el Reino conocido como Re-Estize, mismo que se entrega en papel y tinta para notificar que no llegaran a entrometerse, que estarán enterados del suceso, no prestarán auxilio alguno...

El subordinado siguió leyendo y con cada palabra dicha, el horror en su cara era presente.

En resumen:

Re-Estize había sido condenado a su extinción.

El cachi-cachin de la armadura del héroe resonó por toda la silenciosa habitación, el ruido había asustado a los cardenales, en cambio el sonido dio entrada algo mucho peor.

"Ahora lee la segunda carta"

Dicho esto el subordinados miró a su jefe y este asintió con la cabeza.

Rompió el sello y deslizo el listón rojo, al abrir la carta comenzo a leer lo escrito con tinta de oro.

Espero que esta carta llegue a sus manos y si no es así, le doy mi más cordial saludo a quién este leyendo esto.

Esperaba ser un poco pomposo en mi presentación pero no puedo, si estuviera vivo la sangre me herviria de la ira que me invade en estos momentos, nótese que soy capaz de escribir gracias a mi naturaleza, pues la ira, el miedo y el enojo son muy bien controladas, así como sus contrapartes.

No porque lo digo, no espero que lo entiendan y en verdad nunca lo entenderá, ustedes a mi me llaman cruel pero... ¿Quién en más cruel?

¿Yo? Que sigo el orden natural de las cosas o ¿Ustedes?, que se han encargado de aniquilar seres inocentes solo por sus prácticas supremasistas qué no solo se a cargado a demihumanos, heteromorfos u otros seres, sino también a la misma raza humana a la que "supuestamente" protegen.

Tal vez no soy diferente a ustedes, yo aniquiló a todo aquel que es un peligro para mis ideales y mi ideal por ahora es el crear un lugar donde todo ser vivo se sienta: feliz, digno, orgulloso, tranquilo, protegido y sobre todo "que pueda vivir en paz".

Yo... no me tocó el corazón (cosa que es de lo que carezco en realidad) para llevar mis metas acabo, yo no me lo pensaré dos veces para proceder y proteger este sueño.

No solo mi sueño, sino también de seguro el de mis compañeros.

No molesten, conozco toda la historia de esta tierra, de este continente, de gran parte del mundo.

Pero... desconocía algo, algo que carcomida mi alma, algo que no me dejaba seguir con total libertad, algo que me hacia sentir culpable al tener que matar a uno de mis hijos. Si, a uno de mis hijos, porque son míos y solo míos, no son de nadie más.

Me obligaron hacer y ver como mi preciada niña desaparecía ante mis ojos, me obligaron a usar mis armas, las armas de mis compañeros para poder matarla y poder tenerla de nuevo conmigo.

Si... ¿Ya saben de qué hablo?

¡Perfecto!

Iré por cada uno de ustedes.

No tengo nada más que decir, sin más me despido de cada uno de ustedes.

Atte:

Ainz Ooal Gown, Maestro de Gremio, Amo de la vida y la muerte y Rey del Reino Hechicero.

P.d. Nigun les manda saludos.

El subordinado había acabado de leer todo, miro a los Cardenales y después miró la carta.

Estaba en shock después de releerla.

Los Cardenales se miraron los unos a los otros, Momon los miró divertido, ojalá su padre estuviera aquí para ver las caras pálidas de cada uno de ellos.

"¡¡¡PERO QUE MIERDA ES ESTO!!!"

Grito uno de ellos al no poder contenerse más.

El Cardenal del fuego sabía que no podía alegar 'calumnias' pues estaba claro que Nigun había o es prisionero de ese monstruo, sintió por primera vez el cuerpo entumecido del miedo.

"Bien...aquí acaba mi trabajo."

Momon se dio la media vuelta, grabó en su mente la perfecta imagen de esos míseros humanos, nunca olvidaría este momento de gozo y más aún el sabor de la próxima sangre derramada en nombre de Nazarik.

Overlord + HELLSINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora