Parte 4

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Meses atrás nadie hubiese pensado que una nación tan pequeña tuviese un ejército tan grande, si bien, el ejército no solo consistía de no-muertos, entre sus filas también había humanos y demi-humanos.

Uno podrían pensar ¿Qué hacían humanos entre las filas de un ejército que estaba apunto de extinguir un reino?

La respuesta era sencilla: Odio y fanatismo.

Si, los antiguos pobladores de la clase más baja odiaban a Re-Ezties y aunque fue su nación madre, esta les había dado la espalda desde su nacimiento condenando los a la muerte o a las más bajas y viles circunstancias.

Aunque en un principio Ainz se negó a dejar humanos combatiendo en su ejército, Demiurge le convenció de así medir su lealtad y valía, solo algunos soldados de ambas especies se negaron pues no creían en la venganza, pero aquellos que fueron más resentidos, orgullosos se levantaron en armas gritando el nombre de su nuevo Rey y su próxima victoria.

En las afueras del Reino Hechicero las legiones que serían comandadas por los Generales humanos y demi-humanos asistidos a su vez por los subordinados del Rey, siendo Pandors Actor/Momon, Gogin el Ex Lord Marcial, Leinas conocida como Explosión Severa entre otros. Y aunque ninguno de ellos pelearía directamente estarían presentes.

Por otro lado Ainz ordenó a Shalltear y Alucard tomar posiciones para su asalto contra la Teocracia, orden que se acató al momento.

Por un lado la vampireza había estado ansiosa por aniquilar a esos bastardos que le hicieron luchar contra su amo y señor, por otro lado el máximo vampiro disfrutaba de la impaciencia de la guardiana.

En el presente las tropas estacionarias se colocaron en puntos estratégicos, aunque esto no era necesario por el arrollador poder del mismo ejército, para dar un aviso de la próxima invasión.

A las palabras del Rey, todo el ataque sería correcto y justo.

Presentes las legiones comenzaron su marcha invadiendo de apoco el reino, una marcha que solo fue dejando muerte y destrucción, un avance poético como el consumo de un pergamino por el fuego.

Gritos de guerra secundados por gritos de miedo y clemencia, choques de metales, recitales de hechizos, llantos y el hedor de la muerte eran lo único presente en los lugares donde el ejército del Reino Hechicero pisaba.

Cada pueblo y ciudad entraba en pánico ante las noticias de la avanzada, mientras los vigías regresaban de sus observaciones dando a conocer que no habría ni un solo sobrevivido, esto sí no caían presas del pánico o del terror al ver tal masacre de parte del ejército invasor, solo los más fuertes mentalmente resistían la idea de acabar con su propia vida pero aún así quedaban con un leve trauma al contemplar toda aquella horrorosidad.

En Ro-Lente cuando llegaba la información a Zanac y el como su ejercito estaba siendo reducido por el miedo, los nobles tontos tratanro de darse el 'animo' de que podrían sobrevivir pero sus caras blancas daban a conocer su estado mental al escuchar a los mensajeros, incluso Zanac se sentía horrorizado y se negaba a dejar que su padre escuchara los informes. Si bien, su honorable padre yacia tumbado en cama y escuchar las noticias solo haría que el hombre empeorara de salud.

¿Que podría hacer?

No lo sabia, no había salida, no había escapatoria y la única opción era enfrentar a ese monstruo.

El Ejército Real junto a las tropas de los nobles emprendió camino a su destino, no había opción, no había otro camino.

"¡¡¡Están aquí!!!"

Grito un soldado al llegar de su vigía.

El ejército del Reino Hechicero se estacionó a varios kilómetros de la capital, sus tropas se desplegaron en una perfecta luna creciente, de ahí ya no hubo más movimientos.

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