Parte 5

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Malo.

Era lo que la mente de Actor de Pandora le decía.

Peligro.

El Guardián, la Supervisora y el Tesorero sentían una extraña sensación recorrer su espalda.

Mirar aquel ser que estaba plácidamente dormido a los pies de su Amo le acusaba cierta perturbación, era como si el aire a su alrededor se hubiese congelado pero no como la sed de sangre sino más bien, como si el dar un paso al frente, una gran bestia que te acecha desde la oscuridad estuviera lista para devorarte.

Miedo.

El único miedo que ellos podía sentir era el perder al último Ser Supremo, ese sentimiento que podía causar en ellos la locura misma, la desolación del alma y hacerlos caer en conflicto del significado de su vida.

El primero en dar un paso fue el tesorero, se acercó a donde su padre yacía sentado con la cabeza baja, su aspecto esquelético y la ausencia de aquellas luces rojas en las cuencas donde se suponía debían estar sus ojos estaba vacías, oscuras como la noche y la negrura del universo. Sus ropas blancas mostraban estragos de haber estado en problemas pues al ser un atuendo sin estadísticas de defensa, se podía notar lo maltratadas que estaban.

"¿P...Padre?"

La voz de Pandora se escuchó con claridad, tanta como para mostrar la sorpresa del Guardián y la Supervisora al escuchar el como el Ser Supremo era llamando por su propia creación.

Tan claramente, como el hecho de que los aventureros más próximos habían caído de rodillas fingiendo no oír nada.

Los No-muertos aglomerados se arrodillaron, bajaron la cabeza y como si fueran estatuas se mantuvieron así, en espera de su amo y señor.

Un paso más, y otro más.

La suela y el adoquín emitían los sonidos de cada paso que daba Pandora, un sonido que poco a poco pasar de un lento movimiento a una desesperada intención de saber que todo estaba bien.

Y solo el estando lo suficientemente cerca se pudo dar cuenta de aquellas pupilas carmesí que le seguían con la mirada, un semblante tan pálido que podía jurar que rivaliza con la Guardiana del 1r al 3r piso.

"Mo...Momonga-sama."

Lo llamo con cautela, un sonido y un nombre que hace más de dos años no se escuchaba.

Albedo, cubrió su boca al escuchar el nombre de su amado.

Demiurge, se mantuvo a la defensiva. Siendo uno de los guardianes más débiles debía cumplir con su deber, aún si perdía la vida.

¿Quién eres?

Una voz infantil resonó en su cabeza, los ojos carmesí no dejaban de verlo.

El sentido de Alerta se activó en el tesorero, peligroso decía su mente, alejalo decía su corazón.

Sueltalo decía su Alma.

"¡¡¡Basta!!!"

La voz del Overlord rompió la tensión, ese aire frío que podía causar el caos y la muerte. Los dedos huesudos se posaron ente los ojos del niño evitando que siguiese la pelea visual entre el primero y el tesorero.

Levanto la cabeza en dirección a su creación, el sonido de hueso viejos asustó a Pandora.

Aquellas lucecillas carmesí se hicieron presentes, la viva imagen del Último Señor estaba de vuelta.

--II-II--
E

l Castillo de E-Rantel y La Gran Tumba Subterránea de Nazarik estaban hechos un caos, el grito desesperado de Albedo había hecho que fuera de conocimiento la ausencia de Rey, misma que había sido oculta. Los más ofendidos habían sido los demás guardianes quienes se sintieron traicionados al ser dicha información ocultada para ellos, si bien no podían descargar toda su furia en ellos pues su preocupación era mayor y más aún su curiosidad al saber que su gobernante no había llegado solo.

Ainz por su parte aún pensaba el como presentar al individuo que lo había acompañado de regreso, incluso este personaje había hecho mella en la personalidad de sus subordinados, Albedo, Demiurge y Pandora habían actuado con cautela acompañandole de regreso a Nazarik.

¿Qué tan poderoso era?
¿Cuanto sería el nivel de su Karma negativo?
¿Había visto todo su poder en Londres?

Estando en su despacho podía ver al niño recostado durmiendo plácidamente, esa cara suya no despedía ni un signo de maldad, era como si solo fuera un niño común e inocente y aún así el pensar que era capaz de sumir a toda una nación en el caos, parecía un chiste.

¿Como les explicaría a los guardianes?

¿Acaso podrían tener una convivencia sana?

Sabe que sus... hijos ven a los humanos y a los débiles como meros sacos de mierda, como juguetes o alimento.

¿Que pensarán de él?

Lo verán como alguien digno para vivir en Nazarik.

Bueno, si lo pensaba bien Alucard aun era libre, no tenía ninguna atadura a él y su lealtad no estaba en él. Aún no le juraba lealtad y eso le preocupaba.

Si el vampiro primigenido no se arrodillaba ante él, los guardianes lo considerarían un enemigo, pero si este le juraba lealtad seria una adquisición muy valiosa. Alucard era un ejército completo. No, Alucard era más que eso. Él era como la pesadilla andante de todos, de cualquier ser vivo sin importar su raza.

"hmm..."

Si lo pensaba bien, Alucard podía incluso matar a los Dragones, a esos seres que Corona lo más alto del poder.

Ainz se río por su pensamiento, él era poderoso pero una no se enfrentaba a un Lord Dragón.

Seria interesante ver al vampiro pelear contra uno de ellos.

El sonido suave de la puerta le hizo salir de sus pendamiento, al abrirse una cabecilla rubia se asomó, la sirvienta en turno se movió con calma quedando a unos cuantos pasos de la puerta.

"Ainz-sama, los guardianes están listos. Le esperan en la sala del trono."

Dicho eso, hizo una reverencia y se fue.

Ainz había ordenado a las sirvientas estar lejos de él, principalmente por que no sabia como reaccionaría el vampiro al verlas. Incluso le había pedido a Demiurge que preparara toda la sangre que tuviese a su alcance, si Alucard llegase a despertar no quería que en un ataque de frenesí de sangre llegara a lastimar a sus amadas sirvientas.

Se levantó de su silla, aquella túnica azabache se movió en ondas suaves en cada movimiento de su esquelético cuerpo, el frufru de la tela al caminar era audible acausa del absoluto silencio que reinaba en la habitación.

Su objetivo era ese niño, era hora de presentarlo ante los habitantes de Nazarik.

Overlord + HELLSINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora