Parte 3

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Ante sus ojos veía al mundo avanzar, cambiar, retroceder y retomar el camino, así a sido por años. Incluso con la llegada de los jugadores, siendo estos entidades que podían cambiar el mundo con solo su presencia pero esto se había salido de su control, la observación había sido su mayor y mejor arma, creyó que podía seguir así por más tiempo.

Pero no fue así.

Rigrit le había visitado, le había informado con más detalle lo que pasaba en el mundo e igual manera las Rosas Azules le hicieron llegar a sus oídos los últimos acontecimientos con mayor precisión.

La prueba era ahora la carta que el Reino de Re-Estize había recibido, e incluso la suya propia que había recibido tiempo atrás, esa declaración de guerra movió al mundo.

No obstante, tiempo atrás había sentido una perturbación aún más grande.

Las entrañas del mundo se habían movido por segunda vez.

Aquella presión le hizo despertar de un sueño placentero, le hizo sentir como si miles de ojos le observaran sin perder ni un solo detalle de su cuerpo, cada garra y escama fuese observada minuciosamente. Aquella sensación le hizo sentirse inquieto.

En bromas Rigrit le hubiese llamado paranoico miedoso pero el tiempo que se avecinaba no daba entrada para burlas entre amigos, ella misma sabía lo delicado y preocupante del asunto.

Si bien, de las pocas veces que se habían visto cara a cara, ambos habían sospechado de la llegada de un jugador y siendo ya un par de años de esto, sospechaban que el mismo Rey Hechicero sería uno de ellos, incluso Momon el aventurero podría ser otro, también habían observado con detalle a los subordinados llegando a la misma conclusión.

Un gremio había llegado al nuevo mundo, al continente.

¿Por qué no se había movido antes?

Porque ellos se habían mantenido ocultos.

Poco tiempo después habían salido a la luz y aún así el Lord Dragón se mantuvo al margen, decidio observar el como aquel extraño ser aniquiló con la vida de más de doscientos mil personas inocentes.

¿Y ahora qué pensaba hacer?

La carta era clara.

Re-Estize estaba condenada.

Sabia de la podredumbre de la sociedad de Re-Estize, de la nobleza y la corona, como no era su incumbencia los problemas humanos, decidió no interferir.

Ojalá lo hubiera hecho, si hubiese sido así. No estaría pasando esto ahora.

Pero también si llegaba a intervenir las naciones humanas pensarían que él tomaría los reinos por capricho, si bien tenía la base de gremio y sus inmensurables tesoros, los cuales había jurado no dejar que cayeran en manos equivocadas.

" Piensas muchos las cosas, lagartija vieja. "

Tsar giró su enorme cabeza hacia donde provenía la voz, la mujer anciana se encontraba sentada cómodamente y bebiendo una infusión de té.

" Me gusta ser precavido. "

Ella sólo bufo.

" Un poderoso dragón con paranoia, lo que me faltaba. Los años ya te pesan. "

" Lo dice la especie de vida limitada."

Si pudiera sonreír lo haría, pero sus labios eran carentes de tal acción.

" Eso fue un golpe bajo."

Dejo la taza a un lado, en verdad que lo entendía, esta situación ya era preocupante.

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