Parte 8

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Ainz se encontraba reposando en su carpa a las afueras de la Capital de Re-Estize, desde la avanzada en la invasión ya no había encontrado nada de interesante y mucho menos cuando aquellos inmundos nobles se habían atrevido a venir a él para rogar por sus miseras vidas, por si fuera poco en medio de aquellos berridos se atrevieron a mostrarle la cabeza de Zanac como tributo para detener el ataque contra sus tierras.

Aquel acto de traición asqueo no solo a la Primer Ministro que se encuentraba parada a lado de él, sino también a él mismo por algo tan bajo.

¡PERDONE A NUESTRAS FAMILIAS!
¡LE JURAMOS LEALTAD!

Decían entre gritos al estar postrados con la frente tocando el suelo, entre mucosidad y llantos.

Ainz aceptó su ofrenda y para aceptarlos en su Reino le pidió Albedo que fueran llevados con Neuronist, ahí les darían el trato digno que merecían por llegar a él con su tributo.

Albedo acató la orden en el acto y pudo ver como aquellos seres inferiores mostraban alegría por ser recibidos por su amo.

Para este momento Ainz se encontraba aburrido, la invasión de la nación sucedió sin tapujos y lo único que podían hacer era recolectar lo que podría usarse para la [Caja de cambio] en Nazarick. Para cuando estacionó su campamento en último bastión de Re-Estize se sintió decepcionado de no encontrar algo más valioso que no fuera minerales, alimentos y animales. Incluso los humanos perdían valor al ser ya una materia primera sobre explotada, de ellos tendría los suficientes pergaminos para abastecer a sus aventureros por varios años.

Aburrido decidió sacar su confiable [Espejo de Visión Remota] para observar el poco entrenamiento que podía dar sus subordinados e incluso ver como Pandora hablaba con las Rosas Azules y tal vez podría ver sus caras de sorpresas al verlo en medio de la batalla.

Se tento a la idea de dejar ir a Entoma y algunos mercenarios para hacerle cumplir su promesa de entregársela, incluso él aún estaba enojado de como esa aventurera había lastimado a su maid de batalla.

"Hmmm"

La molestia le golpeó un poco, las heridas de Entoma eran por su culpa y su poca información de las Rosas Azules.

Ondeó su mano huesuda por sobre la pantalla del espejo y pudo ver a Cocytus avanzar por las calles de la Capital, al realizar el acto de nuevo vio Mare destruir los distritos con su [AOE] y a Aura montar su bestia invocada y destruir todo a su paso. Esta última parecía una niña jugando con castillos de naipes y su sonrisa alegró el inexistentes corazón del Señor la Muerte.

Siguió con el mismo acto un par de veces más, observado al ejército y a sus subordinados avanzar, todo hasta llegar a donde se encontraba su creación.

Pudo ver a Momon llegar al castillo y entablar una conversación, pudo ver a su creación cruzar las espadas contra las Rosa Azules y sobre todo vio como aquella armadura llegó a impedir la muerte de las aventureras.

--II--II--

"¿De dónde sacaste esa armadura?"

Tsar miró la blanca coraza que cubría ahora al aventurero, en su pecho yacía una enorme piedad azul y una capa de color rojo, un escudo de un tamaño justo cubría su brazo izquierdo mientras que con la derecha sostenía una espléndida espada.

"¡Ja! ¿Asustado?"

Pandora jugó con la espada por un momento haciendo relucir su filo y hoja.

Si algo tenían los Dragones era esa habilidad nata de evaluar los tesoros, la diferencia de Lord Dragón era su perspicacia y cautela en evaluar ítems, todo para prevenir y saber cómo atacar a su enemigo pero en sus años de vida jamás había visto algo así.

Overlord + HELLSINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora