Parte 2

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Lo próximo que vio fue un ataque dirigido a él, por inercia levanto su mano haciendo la invocación de un escudo.

Las espadas de aquel hombre se impactaron contra el escudo que después de recibir varios golpes desapareció.

Alexander al ver aquella mano huesuda adornada de anillos sintió una ira incomprendida, solo podía pensar que ese ente ante él era un usurpador del puesto de Dios. Podía sentir que de ese esqueleto emanaba fuerza, una temible fuerza pero él también era fuerte y por ende no podía rendirse. No podía tirar las armas, si debía morir en ese lugar lo haría y con gusto.

Todo en nombre de Dios.

"¡EEEEEEEIMÉN!"

Su grito de batalla se esparció por todo el lugar, con el impulso de sus piernas dio un salto rápido dirigiéndose al esqueleto vestido de blanco con toda la intensión de darle un golpe certero y matarlo. Esa entidad era una profanación a la vida.

Pero se había olvidado de algo.

Se había olvidado de su contrincante, quién se coloco como escudo delante del recién llegado.

Anderson no sabia el porque Alucard recibía el ataque de lleno, si bien sabe que al vampiro no le gusta esquivar nada. Recibir todo de lleno solo para mofarse de la insignificancia del daño recibido, pero esta vez... ¿lo había hecho por lo mismo?

¡NO!

Esta vez el rostro del vampiro mostraba seriedad, esas pupilas carmesí no brillaban con esa excitación de siempre. Sino que en ellas se mostraba una seriedad helada y el instinto de matar.

Ainz pudo sentir como el aire se tornaba pesado, como el lugar se tornaba oscuro a causa de las nubes que bloqueaban la luz de luna. el como el aire frio entraba por las ya rotas ventanas.

Podía ver como es que esos dos se declaraban enemigos.

"¡Te has compadecido de esa cosa, Alucard!"

Alexander levanto su bayoneta apuntando al hereje.

"Jo~"

Este solo respondió con una sonrisa burlona.

Levanto sus manos y las abrió totalmente, su rostro pálido era iluminado levemente por la poca luz de luna, su cabello negro como la noche cubrió parte de su cara dejando solo expuestos sus ojos que brillaban con intensidad ese tono rojo carmesí.

"Sabes que cuido lo que me gusta"

Hablo fuerte y claro, se apunto a si mismo con ambas manos.

"Y veo algo que me gusta. Dime Alexander, viejo amigo... ¿Estas listo para morir?"

Ainz solo podía ver al mencionado 'Alucard' poner una mano en su pecho y estirar la otra a su enemigo llamado Alexander. Hipnotizado sentía que veía a un actor, no como Pandora que hacia movimientos exagerados, sino a un actor con elegancia y movimientos sutiles sin perder la finura de sus movimientos.

"Para ti siempre lo estoy"

Dicho eso ambos hombres se lanzaron el uno contra el otro, Ainz podía ver la sangre brotar de ambos como si trataran de rebanarse y ver quien seguía de pie.

A sus pies cayó lo que parecía un... ¿brazo?, eso le hizo dar un paso atrás además de que su ropa fue manchada por la misma sangre.

"Basta..."

Dijo pero no fue escuchado.

"Deténganse..."

podía observar como el tal Alucard intentaba morder a su enemigo en el cuello de manera que pudiera arrancar la carne, mientras el otro le clavaba varias bayonetas en el abdomen.

"Dije... ¡QUE SE DETENGAAAAAAAAN!"

Aquel grito hizo que las pocas ventanas intactas terminaran por desaparecer y que un aire frio se arremolino dentro del pasillo, ese grito había hecho que el edificio temblara.

Ambos hombres se detuvieron de golpe, ambos miraron al ente que estaba delante de ellos y el como una aura de muerte le rodeaba.

"Ustedes dos..."

Ainz ni siquiera terminó cuando observo como uno de ellos golpeó al otro en pleno rostro, lo sostuvo por el cuello y lo arrojaba fuera del edificio.

"¡Alucaaaaaaaard!"

el grito hizo eco y solo un golpe seco se pudo escuchar cuando el hombre cayó al suelo.

El de ojos Carmesí de nombre Alucard miraba fijamente al ente de blanco puro el cuál era extraño, muy extraño a decir verdad. Viajo por todo el mundo, por los siete contientes y jamás había visto algo así, ni en el país de magia negra se encontraba algo así.

"Tú..."

Se acerco a paso lento mirando detenidamente, sus ropas de oro y blanco estaban manchadas de sangre. Eso le daba un toque mas hermosos, la sangre a la luz de la luna y el rojo de sus ojos.

Una sonrisa de satisfacción se asomo en sus labios.

Podía sentir como era analizado detenidamente, ya había sentido esa sensación con anterioridad pero esta vez esa sensación le indicaba peligro, que no bajara la guardia pues el ser que estaba delante de él era peligroso. Solo de ver la brutal pelea de cuerpo a cuerpo era la prueba, le faltaba un brazo. Ainz levanto la mano y con su huesudo dedo apunto.

"Creo que... estas herido"

Alucard al ver su estado solo sonrió, como de costumbre.

"No es nada"

Dijo a la vez que una sombra negra y roja, si se le podía llamar así, brotaba de su brazo y tomaba la forma del mismo.

"Lo ves"

Hizo un par de movimientos.

"Ahora... ¿De dónde has salido tú?"

Se acerco de nuevo pero esta vez atreviéndose a llevar las manos al cráneo desnudo, tomándolo por lo que fuesen sus mejillas.

Estaba frío.

Ainz podía sentir el frío de sus manos, jamás nadie se había atrevido a tocarlo así.

"Y bien... ¿no vas a responder?"

Por instinto Ainz retiro las manos del hombre, no era de su agrado ser tocado y sin su permiso.

"No lo sé."

Fue lo único que respondió ya que era verdad, no sabia como había llegado aquí.

"¿Que lugar es este?"

Aquel hombre solo levanto las manos.

"Espera... no es bueno estar aquí, el padre puede llegar de nuevo para matarnos. jajaja"

La risa del hombre era más con un tono de 'que lo intente'.

Ainz entendía eso, si en este mundo podía morir... no lo deseaba.

"A dónde planeas...."

Y de nuevo la oscuridad se lo trago, pero esta vez sentía como miles de ojos lo observaban.

Overlord + HELLSINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora