Parte 6

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De espalda contra a pared, era así cómo el vampiro primigenido le tenía en estos momentos pues a cada golpe que le daba y que con el uso de sus hilos trataba de detener el filo de esa enorma espada la cuál con facilidad el monstruo delante de él podía sostener con una sola mano. Cada ataque que recibía venía cargado con esa intención asesina, con ese odio y repudio a su persona.

¿Cuándo fue la última vez que se vieron?

Eso fue hace mucho tiempo cuando Arthur aún seguia vivo y por orden de la mesa redonda se le dio la opción – o más bien la demanda- de encerrar al Rey de los vampiros en las mazmorras de la mansión Hellsing, Walter solo pudo ver como el vampiro era reducido en esa mazmorra.

El pensamiento de que su pelea no se llevaría acabo fue uno de los pilares de su traición, sumando la propuestas del Doktor en darle un cuerpo mas recistente y jovial, lo suficientemente apto para poder pelear contra Alucard.

Ante la muerte venidera muerte de su amo, el solo tomo sus cosas y se fue sin decir nada.

--II—II--

Hans podía sentir el metal maldito clavado en sus piernas, las bayonetas de aquel sacerdote penetraron su piel quemando desde adentro la carne provocando qué de su boca salieran un grito lastimero, un aullido de dolor. Pudo sentir como el sacerdote tomaba las bayonetas y comezaba a cortar con ellas de manera que mutilaba la carne y el hueso, sus piernas fijas al cemento a causa de las bayonetas le era imposible moverlos o tan siquira el poder moverse para contraatacar o en el más cobarde de los casos; huir. Aunque seria una acción lastimosa el salir corriendo por culpa de un humano pues su único objetivo al unirse al mayor era el de pelear y morir.

Viendo el panorama la muerte estaba más cerca de lo que creía, allí parada observando la matanza entre dos especies, entre dos entidades diferentes. El ejercito valaco sumado a los recien levantados no-muertos, a los Millenian que peleaban con orgullo y los Vaticinos que en su desesperación ante el enorme mar de muerte que representaba aquel monstruo, se habian vuelto locos.

Pero sobre todo ante ese panorama estaba él, aquel ser de osamenta blanca y pura, de un aspecto tan santo que solo hacía falta una corona u aureola sobre su cabeza para proclamarlo como la Divinidad en esta mataza, en esta guerra de caos y sangre. Hans lo podía ver allí parado sereno y tranquilo, sumido en quién sabe que pensamiento, mirando analítico la pelea de aquellos dos.

Hans extendio su mano hacia él, como si de esa manera pudiera tocar el cielo y la gloria, la muerte deseada que tanto habia anelado por cientos de años.

"¡¡¡¡¡EIMEEEEEEN!!!!!"

El grito de aquel hombre lleno el lugar, los ojos del hombre se desorbitaron por un momento, la visión borrosa le impedía seguir observando a la Deidad delante de él, misma que ahora le miraba.

Al final de cuentas no había sido un oponente tan temible como lo llegó a pensar, Anderson logrado cortarle la cabeza sin problemas.

Un escalofrío había recorrido su espina dorsal, una sensación que no creía poder experimentar de esa manera. Su visión cambio de observar aquellos dos a la de un hombre tirado en el suelo, Alexanderr esta por sobre él y solo una mancha de sangre de bajo de aquel cuerpo decapitado lo cuál le hizo entender el porqué de aquella sensación. La cabeza cercenada del hombre miraba en direccion a él y de una manera pintoresta y retorcida le sonreia, era una sonrisa débil pero a la vez llena de calma.

Pero ¿Por qué sonreia de esa manera? Al final no había ganado nada, su bando lo perdió todo. Aquel hombre regordete murió calcinado, el chico de apariencia gatuna y el hombre de un aspecto delgado enfermizo también, sus tropas estaba siendo masacradas y aquellas mujeres habían muerto de la peor manera posible.

Overlord + HELLSINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora