Parte 7

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Las fuerzas teocraticas comenzaron a mermar sus número,  poco a poco se vieron reducidos a montículos de cadáveres siendo devorados por los ghouls que buscaba saciar su hambre infinita, las escrituras comenzaron una retirada donde solo pocos pudieron salvarse.

En cambio los integrantes de la escritura negra comenzaron a reunirse, sentían que debían estar a lado de su capitán.

Y no estaban equivocados.

El monstruoso duelo entre su líder y el invasor hacia retumbar la tierra, el sonido de sus lanzas chocando la una con la otra era como si los rayos del cielo cayeran en la tierra tratando se abrirse paso al infierno.

El sonido del metal contra metal hacia evidencia que ambas armas eran legendarias, ítems de alto poder y valor.

Zetsumei se lanzó al enfrentamiento pero su llegada fue interrumpida por un ataque de proyectil, al mirar hacía arriba pudo ver como de aquella amorfa forma sobre salía un arma de apariencia extraña y que de su boca despedía un ligero humo por haber sido usada.

De aquella masa negra se podía ver una hilera de dientes afilados, Zetsumei se dio cuenta de quién sería su contrincante.

Una estrella de luz salió proyectada de aquella arma y como si tuviese vida propia comenzó un zigzageo, la media elfo saltó de su lugar al ver que el proyectil iba directo a ella, estando en el aire hizo uso de su guadaña, maniobrando esta para lanzar un ataque contra aquella forma amorfa.

Al caer al suelo vio como el ataque de su arma había logrado llegar a su objetivo, una gran abertura yacia en aquel ente oscuro provocando que un líquido negruzco saliera de esa cosa, pero también de aquella forma sobresalía el medio cuerpo de lo que parecía una mujer delgada y fea.

Vio una sonrisa en su cara horrenda, una hilera de dientes eran visibles acausa de aquella espantosa expresión, Zetsumei se echó la guadaña al hombro de manera despreocupada.

Espero a que aquella mujer delgada y pálida saliera de aquella negrura

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Espero a que aquella mujer delgada y pálida saliera de aquella negrura.

La risa del invasor y de la invocación le eran molestas, más la primera que la segunda, al parecer la 'cosa' esa no le creía un buen oponente. Eso le molesto.

Cuando al fin pudo ver por completo a su oponente se dio cuenta de que era enorme, más alta que ella o que el capitán, sus piernas y brazos eran tan largos que pareciera que se romperían con el primer golpe, la escuchó hablar pero no entendió nada. La poca luz no dejaba ver claramente su cara.

 La poca luz no dejaba ver claramente su cara

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