Capítulo 15

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Mirai dejó escapar un sonoro suspiro mientras las puertas del hospital se abrían. Takemichi había despertado gracias al amor de dios, así que por primera vez en mucho tiempo podía irse a casa, tomar una ducha, relajarse y dormir una larga siesta. Estaba agotada, su madre ya la esperaba con un gran banquete preparado.

Caminó fuera del edificio perdida en sus pensamientos, apretando su teléfono. Estaba mal pensar en Manjirō en ese momento, pero no podía dejar de hacerlo. Ayer no recibió una llamada, ni siquiera hablaron de lo ocurrido, solo se ignoraron y evitaron mirarse. Dolía como mil espinas. ¿Acaso él no quería arreglar las cosas?

—Rai Rai.

Cuando aquella voz casi que en un susurro llegó a sus oídos, Mirai se forzó a alzar la vista para verlos a los dos. Mikey y Celeste estaban parados frente a ella, el primero con un semblante serio y sus manos ocultas en sus bolsillos, la segunda un poco sorprendida y con una expresión mucho más relajada que su amigo.

A Mirai le temblaron las piernas, pero ellos siguieron caminando, así que hizo lo mismo. Celeste y Manjirō pasaron por su lado como si fueran completos desconocidos y eso la hizo tener que contener otro suspiro. Apretó una mano en su pecho y se giró a observarlos, aunque agradecía que la pelirrosa fuera su amiga se sintió estúpida por esperar que fuera Mikey quien volteara a verla.

Pero no sucedió. Esto no era una película ni una novela de romance de las que ella adoraba leer. El chico que le gustaba parecía pasar de ella olímpicamente y —nuevamente— dolía. Decidió seguir su camino, porque ella no tenía el valor necesario para dar el primer paso, eso siempre había sido cosa de su pareja.

Y justo como cuando la castaña les dio la espalda, Celeste vislumbró al rubio a su lado voltearse a mirar a la muchacha alejarse de allí. Ella comprendió en esa mirada que de cierto modo le molestaba su situación actual con Mirai, pero era un niño tonto que no comprendía sus propios deseos.

—¡Rai Rai! —exclamó nuevamente la muchacha, dedicándole una fugaz sonrisa a Mikey, lo vio poner los ojos en cielo. Manjirō estaba allí porque ella se lo había pedido, quería disculparse con Takemichi por su comportamiento y no quería hacerlo sola, pero no contó con encontrar a Mirai, y al hacerlo la priorizó. Trotó dónde la castaña y energéticamente se abalanzó sobre ella para abrazarla—. ¿Tienes tiempo?

Mirai sintió que perdía el equilibrio cuando —sin previo aviso— Celeste se tiró contra su espalda y rodeó su cuello en un abrazo extremadamente cariño.

—¿Tiempo? —inquirió incorporándose.

—Sip, vamos conmigo a alguna parte —dijo Celeste, soltando una risita.

—Sip, vamos conmigo a alguna parte —dijo Celeste, soltando una risita

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Wabi-sabi •|Tokyo Revengers|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora