Capítulo 13

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Takemichi vislumbró el local frente a él. Le alegraba que por lo menos algo no hubiera cambiado en doce años. La casa de Mirai seguía igual a cuando ambos eran dos adolescentes. La gran entrada al café hacía función de recibidor porque no tenían de esos, el cartel con el nombre y logo tampoco había cambiado nada, el color de la fachada, las ventanas, todo seguía completamente igual, como si el tiempo no hubiera pasado haciendo de las suyas por allí. Se le llenó el corazón de calidez y nostalgia, para cualquiera aquel toque ambiguo podría significar que los dueños de aquella casa eran unos añejados viejos que tenían miedo al cambio, a la evolución; pero para él era un alivio que al menos algo en su vida se mantuviera constante.

Luego de hablar con Osanai era hora de regresar al pasado, mas antes de hacerlo quería charlar con la otra persona que podía ayudarlo. Si bien no le agradaba que Mirai estuviera involucrada con Sano Manjirō y la Tokyo Manji Gang, el hecho era que lo estaba. El futuro no había cambiado nada en absoluto aún con la castaña junto a Mikey, pero si su prescencia no podía evitar que el chico cayera en la oscuridad, al menos le daría a Takemichi una pista de qué había ocurrido hace doce años. Si hablaba con su mejor amiga seguramente obtendría información valiosa.

Así que fue allí con la esperanza de que —aunque habían pasado tantos años— ella siguiera habitando en su pequeño pero acogedor hogar. Ver qué la cafetería seguía en pie le dió esperanzas, crecientes esperanzas.

El interior había cambiado un poco, solo ligeramente. La decoración tenía un toque más moderno, pero con la misma base que la antigua. Estaba lleno, repleto de personas, desde empresarios trabajando en sus laptops mientras tomaban un té hasta parejas teniendo alegres citas. Aunque había estado allí hacía tan solo unas horas, se sentía como si hubiera pasado mucho tiempo —que realmente lo había pasado, doce años concretamente—.

—¡Bienvenido! —exclamó una muchacha, haciendo una mini reverencia. La chica tenía largos y relucientes cabellos negros como el azabache recogidos en una trenza de lado; sus ojos eran plateados cual brillante metal; su cuerpo —bien desarrollado— se veía espectacular en aquel ajustado uniforme. Al alzar la vista, rápidamente reconoció al varón frente a ella—. Takemichi.

El mencionado sintió sus mejillas arder ante tanta belleza. No sabía que la Hikari pequeña, seria y perspicaz que conocía llegaría a convertirse en una mujer de ese porte y clase. Lo asombró, más que nada por lo ridículamente hermosa que se veía con aquella sonrisa.

—Hikari —murmuró, encogiéndose de hombros.

—¡Hacía años que no te veía por aquí! —dijo, juntando ambas manos con alegría. Afortunadamente ella no era la única camarera y por ello podía darse el lujo de hablar con un viejo amigo.

—La verdad es que estuve un tiempo alejado de todo —confesó, caminando a la par de la pelinegra hacia la barra, ella los guiaba. No quería hablar del por qué tomó distancia, debía evitar a toda costa hablar de los viejos tiempos, porque para ser sinceros no los recordaba—. Pensé en saludar a Mirai-chan, ¿está ella aquí?

Wabi-sabi •|Tokyo Revengers|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora