Capítulo 5

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Mirai creía haber aprobado por los pelos, gracias al señor, porque ella no puso ni pizca para lograrlo. La noche anterior la había pasado en las nubes; si ya le costaba trabajo de por sí concentrarse en el estudio mucho menos era posible hacerlo con tantas cosas en la cabeza. Luego de esa ducha tan placentera que se había dado, se sentó decidida a leer con atención, pero le fue imposible. Primero pensó un poco en Takemichi y el cambio tan drástico que había dado de la nada, siempre fue un chico muy amable con ella, mas ante el mundo se mostraba como un luchador, trataba de ganarse su lugar tan a pecho que se veía pretencioso y arrogante, ahora estaba más relajado con todos, la tenía sorprendida, le agradaba el cambio. Luego pensó en Celeste, su nueva amiga, la primera que había hecho en su vida, una chica un poco ruda y violenta quizás, pero cariñosa y sincera como un tronco, le agradaba en demasía y no podía esperar a invitarla a casa y ver la cara que se le quedaba a su madre cuando la viera. Por último, pero menos importante, pensó en Manjiro, lo que ese joven provocaba era un revuelo, un completo misterio; Mirai no tenía las ideas claras sobre que divagaba respecto a ese chico, no sabía con exactitud porque pensaba en él, pero la realidad es que lo hacía, y con mucha intensidad.

En fin, si sacaba una nota mínima en su prueba iba al templo descalza y besaba la madera del suelo. Por supuesto que no informaría a su madre de su obvio fracaso —aunque tuviera esperanzas— hasta que su calificación estuviera más que confirmada, prefería recibir un solo regaño.

La escuela había terminado, había sido un día un tanto agotador. Le había sugerido a Takemichi echar algunas partidas de monopolio, pero este le informó que había quedado con su novia para estudiar, se aproximaban más exámenes y quería prepararse; por un lado se sintió orgullosa por su mejor amigo, y por el otro lo envidiaba hasta más no poder, ella también quería poder hacer eso.

Estaba aburrida, acostada en su cama, mirando al cielo y contando las ranuras que habían en el mismo, hasta que su dichosa madre —que al parecer pensaba que ella era su recadera personal— le sugirió salir a las calles, tomar el aire y relacionarse con seres vivos. Mirai no entendió este repentino interés por su vida hasta que Nozomi le pidió comprar dorayakis para su padre, quien era un adicto a los mismos. Pero la protagonista no se negó, porque adoraba a su papá y quería hacerlo feliz, y porque el aburrimiento comenzaba a afectarla demasiado.

Afortunadamente el puesto cercano no tenía cola, al menos solo dos personas delante de ella. Mirai aprovechó y esperó paciente su turno, tarareando una canción en su mente, solía perderse del mundo haciendo aquello. Hasta que quien iba delante de ella se llevó su pedido, por fin era su turno.

—Dígame, señorita —le dijo el señor amable, al parecer era el dueño. Tenía una sonrisa enorme.

—Cinco dorayakis, por favor —respondió ella, devolviéndole la sonrisa. Depositó el dinero sobre la barra, porque ya sabía de antemano cuanto costaban, había ido ya bastantes veces por ahí.

Wabi-sabi •|Tokyo Revengers|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora