Capítulo 20

1K 118 65
                                    

▲───────◇◆◇───────▲

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

▲───────◇◆◇───────▲
.
.
.

Manjirō se encontraba sentado de pies
cruzados en el sofá de su habitación, sus potentes ojos negros estaban clavados sobre Celeste, quien se hayaba sentada igual en el piso frente a él. Ambos se mostraban serios, el ambiente parecía tenso, pero no era así. Se miraron durante largos segundos y sus expresiones no variaban ni un poco. Todo fue mutismo hasta que el joven decidió tomar la palabra.

—¿Qué sucede? —inquirió. Conocía a esa chica mejor que nadie, sabía que cuando se comportaba así era porque se traía algo entre manos.

—Tengo cosas —respondió ella, colocando una carpeta en el espacio entre ambos.

Mikey alzó una ceja, sin comprender nada. Al obtener como respuesta un movimiento de cabeza, no le quedó más remedio que inclinarse para tomarlo. Por alguna extraña razón aquello parecía un juego de mafias donde el jefe recibía por parte de su esbirro más leal información sobre el siguiente objetivo.

La volvió a mirar con la carpeta entre sus manos, y ella solo volvió a asentir, como si de un juego se tratara. Sin más dilatación Manjirō optó por abrirla, y al hacerlo sus pupilas se dilataron a más no poder. Alzó su vista buscando una explicación en Celeste, pero esta solo se cruzó de brazos con aires de grandeza.

—Una mujer tiene sus trucos —dijo la fémina, guiñándole un ojo a Mikey. Todas las fotos que se había tomado con Mirai y todas las que le había tomado sola a Mirai se encontraban en el interior de aquella carpeta—. Y hay muchas de dónde vinieron esas.

—Suelta ya que es lo que quieres.

—Todo en la vida son negocios, Manji —comentó la pelirrosa, sonriendo socarronamente.

—Ya te pregunté que querías, no me hagas perder tiempo —siseó Manjirō, cerrando la carpeta para colocarla a su lado, eso ya era suyo.

—Quiero que... —Las palabras de Celeste se quedaron en el aire cuando el ridículo sonido de una canción infantil le impidió seguir hablando. Ambos jóvenes sabían que ese era el tono de llamada de la Izumi. La chica alzó un dedo e hizo un gesto para que su compañero esperara, sacó de entre sus voluminosos pechos su teléfono y lo tomó—. La gran Celeste al habla. Oh, Rai Rai.

Mikey divisó a su mejor amiga mantener una amena conversación con Mirai, al menos fue así al principio, porque luego el semblante de la pelirrosa se torció por completo. La cosa se hizo bastante larga, Celeste consolaba a Mirai, y él se hacía a una básica idea del por qué, sabía con exactitud que seguramente era algo referido al tema del festival.

Pasaron unos cinco minutos quizás, en los cuales de vez en cuando la fémina le dedicaba miradas amenazantes al varón y luego seguía hablando con la castaña. Después de ese tiempo Celeste colgó la llamada y se guardó el teléfono de vuelta en el pecho, se puso en pie y llevó ambas manos a su cintura mientras mataba en su cabeza de mil formas a Manjirō.

Wabi-sabi •|Tokyo Revengers|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora