Capítulo 29

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Mirai tragó en seco mientras se acercaban a la puerta del cine

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Mirai tragó en seco mientras se acercaban a la puerta del cine. Invitar a Manjirō a ver una película fue fácil, incluso ameno, lo realmente difícil venía ahora.

Hasta ese momento Mikey no había notado su estado constante de nervios, pero ella no sabía cuánto más podría mantener la naturalidad. La cita iba al perfección, según lo planeado. Primero habían dado una vuelta por el parque, y terminaron viendo un estreno, a ninguno le gustó la película, así que se la pasaron hablando en la última fila. Durante todo ese tiempo, a nuestra protagonista le temblaba hasta la vida, moría de ganas por felicitarlo por su cumpleaños, mas debía mantenerse como desentendida, o la sopresa no tendría sentido.

Cuando la luz del atardecer casi los deja ciegos a la salida, Mirai ya no tuvo más opción que usar todo el coraje que había estado reuniendo para ese día y atreverse a preguntarlo.

—Hey, Jiro-kun... —llamó, jugando con sus manos en el lugar, se había quedado parada. Tenía las mejillas sonrojadas y observaba suelo, como única escapatoria de la mirada de novio.

—¿Qué sucede, MiMi? —inquirió el varón, deteniendo su paso solo para voltearse a verla.

—¿No podemos ir a tu casa? —preguntó, armándose de valor. Alzó la vista con mucho esmero y un semblante serio, decidida a no huir más, pero contemplar la expresión de Manjirō la sacó de lugar; su sonrojo había vuelto y la vergüenza se la estaba comiendo por dentro, así que, nuevamente, apartó sus orbes de los de su pareja—. Hace tiempo que no veo a Emma-chan, y todavía no conozco toda tu familia, y... —Mirai palideció, tantos días había tenido para armar una estrategia y argumento que no se desmoronara para que al final ese fuera el resultado.

Una traviesa sonrisa se dibujó en el rostro del rubio, quien clavó sus ojos en Mirai con descaro. Ese día la chica vestía con una falda blanca que le llegaba dos centímetros por encima de la rodillas, una blusa ancha de rayas naranjas, azules y negras, la cual traía metida debajo de donde comenzaba la falda; usaba unas sandalias flatform negras, las cuales tenían un lindo lazo. Hasta un idiota como él se daba cuenta de que la Hoshizora le estaba prestando más atención a su apariencia y aspecto.

—Que lanzada —comentó, en tono de broma, con una mano sobre su boca.

—¡No es eso! —exclamó la castaña, con su rostro ardiendo y toda su piel roja. La inocente Mirai al fin comprendía a qué se refería Mikey con esos comentarios.

Una carcajada resonó a lo largo de toda la calle. Como si fuera un niño pequeño, Manjirō ahora se estaba partiendo de la risa a tales extremos que no podía contenerse por más que lo intentara.

—Demonios... —farfulló la fémina, inflando un moflete todavía sonrojada.

—Lo sé, lo sé —dijo él, llevando ambas manos a su estómago para controlarse. Por un instante sus carcajadas cesaron, fue ahí cuando alzó su rostro para ver a su Mirai—. "No te burles de mí, Jiro-kun", ¿verdad?

Wabi-sabi •|Tokyo Revengers|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora