Alternativa

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Papeles, libros, hasta pinturas y dibujos. Eso era lo que rodea a la latina tricolor. Tener tanto a su alrededor le estaba produciendo dolores de cabeza. La búsqueda del modo de permanecer más tiempo con su amado Rusia empezaba a frustrarle. Pero era más que seguro que sus padres habían encontrado el modo. Ellos permanecían hasta años lejos del territorio, conquistando y peleando. Ella les recuerda con una sonrisa. Como su madre Azteca le daba un gran abrazo y varios besos en el rostro; y su padre Mexica le acariciaba la cabeza para plantarle un beso en la frente. Aun cuando ella se quedaba con miedo no lo demostraba. Les despedía con una sonrisa. Al volver ellos le brindaban el más caluroso de los abrazos.

Da una larga exhalación. Si está escrito, no está aquí.

-Tendré que ver a ese enano.

Toma su teléfono.

Tras algunas horas de vuelo se encuentra en una encantadora casa. Al ingresar se encuentra con unos bellos rosales. Ella les mira. Forma unos puños con sus manos.

- Mexicum! Quid mirum, quod me rogasti?/ ¡Mexico! ¿Qué sorpresa que solicitaras verme?

-Buenas Vaticano, ¿te importaría si hablamos en español? Mi latín esta oxidado. Y al contrario, gracias por recibirme. Tengo que pedirte un favor.

-Adelante hija, dime. – comienzan a pasear por el jardín. Al fondo se ve una pequeña mesa.

-(Hija...) quiero ver los códices que tienes.

-Hija... Ya te he dicho mil veces que no puedo devolverlos.

-No; no quiero llevármelos, solo quiero leerlos.

-¿Puedo preguntar para qué?

-La verdad quiero saber si mis padres encontraron la forma de estar fuera del territorio sin los "efectos secundarios".

-mmm, entiendo. Bueno, si no los piensas sacar claro que puedes leerlos, aunque ya tienes la respuesta a tu pregunta.

-¿Cómo?

-En la antigüedad se estableció un método por el cual se realizaba un intercambio. Este con la finalidad de compartir recursos.

-A menos que entraran a la brava matando a diestra y siniestra.

Vaticano se aclara la garganta. Le extiende la mano para invitarle a sentarse. Les sirven té.

-El método aún existe, aunque ya no tiene el mismo propósito como antes, aun cumple su función.

-Y, ¿Qué método es?

-Matrimonio.

México escupe el trago que acaba de tomar.

-Pero que dices Vaticano, esto es serio.

-Soy serio. ¿Por qué crees que los anillos se llaman alianzas? –toma con toda tranquilidad de su taza.

México esta pensativa.

¿Yo, esposa de Rusia? No, no, no. Imposible.

-Debe de haber otro método.

-Pues hasta ahora yo no lo conozco. Y presiento que nadie lo conozca. Hasta tus padres utilizaban el matrimonio al casar a su gente con gente de otros pueblos. Veo duda en tus ojos, ¿Por qué?

-Sera por mi larga lista de errores, mi eterno miedo a no ser suficiente o mi manía de esperar que siempre ocurran los peores escenarios.

-Tienes que aprender a soltar hija. Suelta el pasado, para vivir tu presente y disfrutar tu futuro.

México le regresa la mirada, con una mezcla de confusión e incertidumbre. Un empleado se acerca, les informa que la sala esta lista con los documentos.

-Bueno, voy a darle, gracias por té Vaticano.

-De nada hija, vuelve cuando quieras.

Ella camina detrás del empleado. Pasa de nuevo por los rosales.

-No, esa no es la solución.

-¿Decía algo señorita?- el empleado voltea confundido.

-No, solo hablaba conmigo. Sigamos.

Ruso y latinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora