23. Deportistas

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—Listo, todo limpio —Mattia terminó de arreglarme el vestido para después darme un beso en los labios— Yo creo que ahora deberíamos ir volviendo a Ritmasen.

Me tomó de la mano y nos dirigimos de vuelta a su motocicleta. Yo por mi parte seguía sin procesar lo que acaba de suceder.

Me colocó el casco y luego se sentó ayudándome a acomodarme. El viaje de vuelta fue tranquilo, pasamos por otros lugares, distintos de los que habíamos recorrido de ida.

Tenía mis manos en su cintura y mi cabeza apoyada en su espalda mientras veía los distintos escenarios que Copenhague tenía para ofrecerme.

—Bueno, hemos llegado —me dijo mientras apagaba la motocicleta.

—Gracias por una increíble tarde —le agradecí cuando me bajé.

—De nada por una increíble tarde —me quitó el casco—. Cuando quieras lo repetimos —me dijo más bajo.

Sabía a qué se refería con eso último, y honestamente a mí también me encantaría repetirlo, pero no iba a decir eso, no le iba a dar el gusto de saber que me había gustado, así que simplemente le dediqué una sonrisa y empecé a alejarme.

—¿Cuál es esa obsesión tuya con dejarme sin respuesta? —me gritó.

—Pues no sonó como pregunta —me hice la tonta.

Entré a mi edificio y enseguida me dirigí a mi habitación, en el camino me encontré con una chica con la cuál ya me había encontrado varias veces en la residencia, ella quedaba dos habitaciones al lado mío y era de las más simpáticas.

Entré a mi habitación e Isa ya estaba ahí viendo su celular en mi cama, había ordenado un poco el desorden que había dejado en la mañana.

—Tuve la cena más romántica que jamás había imaginado, Teo es un encanto —me dijo cuando me vio entrar.

—Tuve sexo en un bowling abandonado —solté yo.

—¡¿Qué has hecho que?! —me gritó— ¡¿Quién eres y qué has hecho con la Dorian que conozco?!

Entré a la habitación cerrando la puerta y sentándome en la cama. Me pasé las manos por la cara. Ahora estaba procesando lo que acababa de suceder.

—No lo sé —levanté la vista—. Jamás pensé que haría algo así ¿sabes? —me levanté de la cama y empecé a recorrer la habitación—. Siempre pensé que la forma correcta de hacerlo era en una cama y con alguien especial... Sí, soy consciente que mi primera vez no fue con alguien tan especial, pero prometí que después de eso sí lo sería. Pero eso no ha pasado, en cambio me he acostado dos veces, con dos chicos distintos y en ningún lugar convencional, ¿eso está mal?

Isa abrió la boca para decir algo pero la interrumpí antes de que pudiera.

—Claro que no está mal, soy joven y puedo hacer lo que quiera, y si lo que quiero es meterme con cinco chicos pues eso haré.

Miré a Isa expectante y ella me devolvió la misma mirada.

—Aquí es donde me dices que no hay problema y que lo que estoy haciendo no está mal.

—Primero, estaba esperando a que terminaras y segundo, claro que no está mal, ¿por qué lo estaría? Además tampoco es como que hayan dicho que son exclusivos.

—Tienes razón, jamás especificamos eso —me volví a sentar en la cama junto a ella—. Ahora cuéntame de tu cita.

Pasamos un par de minutos más hablando de lo maravillosa que había sido su cita y luego nos empezamos a cambiar para la fiesta. A los pocos minutos llegaron las chicas para arreglarse acá.

Besos de una mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora