8. El nuevo sentimiento

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El resto de la semana transcurrió sin ningún problema. Ya era viernes y estaba en mi habitación juntando mis cosas para mi última clase de la semana, tenía literatura y era la última clase que me apetecía tener, pero iba a sacrificarme para después poder disfrutar tranquilamente de mi fin de semana.

Llegué cinco minutos antes al salón por lo que pude elegir donde sentarme, al medio, y también aproveche para ver los mensajes que me había enviado Isa.

ISA:

Entonces mañana te envío el video.

DORIAN:

Que no se te olvide.

Ayer le habían informado a Fede que iba a ser parte de la selección nacional de fútbol, me lo dijo él apenas recibió la noticia, pero más tarde Isa me había llamado diciéndome que habían grabado el momento en el que se lo decían. No había podido mandarlo aún y yo me moría por verlo.

—Dorian, ya estaba empezando a extrañar tu rostro —dijo una voz detrás mío.

—Pues yo no.

—Vamos, ¿ni siquiera extrañaste mis hermosos ojos?

—Alek, tus ojos son más corrientes que los míos —eso era una vil mentira, sus ojos eran precisos, pero no le iba dar la satisfacción de decírselo.

La profe del curso llegó y rápidamente nos hizo callar. Por fin tenía una profesora dictadora, no es que me gustara, pero eso le daba un poco de emoción al internado.

—Lo que vamos a hacer, porque no tengo ganas de lidiar con adolescentes hormonales, es que van a tomar la lectura del mes y van a leer por media hora, cuando acaben los minutos van a empezar a realizar un ensayo de lo que ustedes quieran —se sentó despreocupadamente en su escritorio—. Creo que está demás decir que no pueden hablar.

Diez minutos después ya estaba cansada de leer, el libro que nos habían asignado era de lo más aburrido, todavía nos quedaban veinte minutos, pero yo ya no podía seguir.

—Pss, Dorian —Alek, que se había sentado junto a mí, estaba susurrando para que no nos escuchara la profesora.

—Shh —no quería que nos retaran.

—Dorian, ¿cómo vas con el libro?

—Alek ¡Shh!

—Vamos, no me vas a decir que realmente estás disfrutando del libro —acercó su silla un poco más a mí.

—No, no lo estoy disfrutando —cerré el libro, que caso tenía intentar leer—. Ni siquiera los estoy entendiendo.

—Bien, ahora que tengo tu atención, ¿no encuentras lindos mis ojos? —me miró fijamente, de repente todo a mi alrededor desapareció, solo existía su mirada y yo.

—Tus ojos son preciosos— le dije completamente hipnotizada.

—Esa es la respuesta que quería.

—Wrona, Márquez —la profesora nos llamó—. Salgan del salón inmediatamente, no quiero volver a verlos hoy. Y para la próxima clase quiero un ensayo del libro completo y de mínimo cinco páginas.

—Pero... —quería defenderme.

—No quiero escucharla señorita Márquez, ahora salgan de mi clase.

No había caso en defenderme, junté mis cosas y salí del salón, seguida por Alek.

Antes de que nos pudiésemos separar, Alek me agarró del codo dejando a tan solo centímetros de distancia.

Besos de una mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora