42. Verdades a medias

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Hijo de...

Inmediatamente me di vuelta y lo encaré a la distancia, él sabía lo que había hecho. Él lo había hecho adrede.

Cabrón, hijo de puta

No me consideraba una persona agresiva, sí, utilizaba malas palabras de vez en cuando, pero jamás era algo dicho con tanto odio. Pero ahora, ahora, Nikolai estaba buscando mi odio.

Prácticamente había admitido frente a todo, o casi todo, el cuerpo estudiantil que habíamos follado, eso sin contar que La Realeza también estaba presente y se suponía que ellos no se iban a enterar de lo que sucediese entre nosotros.

Nikolai, sentado en su trono una pierna cruzada sobre la otra me miraba con una sonrisa satisfactoria, y además tuvo el descaro de guiñarme un ojo.

—Miren nada más —volvió a hablar Alek—. Partimos con fetiches. Valeria, ¿sigues tú?

Pasó por alto el comentario que había hecho Nikolai, de hecho todos los miembros de La Realeza lo habían pasado por alto. Quizás no era tan malo como pensaba.

Pero eso no quitaba el hecho de que Nikolai ya había traicionado mi confianza. Más tarde hablaría con él y le preguntaría qué demonios le pasaba en la cabeza, pero de momento él y yo no estábamos en buenos términos.

Iba a irme, ese ha sido mi objetivo desde que La Realeza nos contó su idea de la fiesta, pero al ver subir a la que supuse era Valeria la elevación de los tronos, me hizo quedarme y escuchar, y entender por qué todos ellos seguían el juego de esos chicos.

Alek se sentó nuevamente en su trono y esta vez fue Eros el que se levantó y se acercó peligrosamente a ella, quedando su rostro a tan solo centímetros del de ella. Sé que no tenía derecho a sentirme así, pero no podía evitarlo, sentía celos de su cercanía, ella lo miraba deseosa, él la miraba como si fuese su próxima víctima.

—Cuéntanos, Valeria, ¿cuál es tu fetiche?

Todos estaban callados expectantes de lo que ella iba a decir. Yo estaba tan concentrada en ella y Eros que no me di cuenta cuando alguien se colocó detrás mío y me empezó a acariciar los brazos, no fue hasta que me habló que lo noté.

—¿Qué está sucediendo? —me preguntó en un susurro Ramón.

Una chica que estaba al lado nuestro lo silenció.

—Están revelando secretos —le respondí yo en un susurro, pero ganándome una mirada de odio de la chica al lado nuestro.

—Mi fetiche son las máscaras. Soy prácticamente incapaz de tener sexo si la otra persona no tiene cubierta su cara —dijo con voz fuerte, pero dirigiéndose casi que únicamente a Eros.

—Lo cual significa —Eros continuó con la confesión de Valeria—. Que no sabes, o prefieres obviar, a la persona que está detrás de ella, lo cual nos podría decir que cualquiera podría estar detrás, inclusive el hermano de tu mejor amiga y novio de tu hermana.

Valeria, que hasta el momento parecía hipnotizada por Eros, por fin salió de ese trance, y su primera reacción fue abrir los ojos exageradamente, dándose cuenta de lo que Eros acaba de revelar, lo siguiente que hizo y sin mucha duda en su cara, fue pegarle una sonora cachetada a Eros, frente a todos nosotros.

Un sonido de sorpresa recorrió todos los alumnos, supongo que nadie esperaba que alguien le pudiera pegar a algún miembro de La Realeza, pero ella lo hizo. Ellos revelaron su secreto y ella le pegó.

Quería ser mórbida y quedarme a escuchar más, después de todo, es parte de nuestra naturaleza humana la curiosidad, pero esto se sentía mal, todos los que estaban aquí escuchando secretos que no les correspondían, estaban mal.

Besos de una mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora