54. Mykonos pt.2

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Apenas me desperté lo primero que hice fue fijarme en la fecha de mi celular, sabía que día era, pero solo quería corroborarlo, antes de derrumbarme.

28 de octubre

Sentí como una lágrima caía por mi mejilla y la limpié rápidamente. Me levanté de la cama y vi que Eros seguía durmiendo plácidamente en el sofá, no quería despertarlo con mi llanto así que me puse un abrigo ya que todavía no amanecía por completo y seguía fresco afuera.

Abrí el ventanal del balcón con cuidado para no despertar a Eros y salí dejando junto pero no cerrado.

Me senté en una de las sillas con las rodillas pegadas al pecho. Traté de despejar mi mente y mirar al mar y como se iban formando las olas, pero me fue imposible dejar de pensar en ello.

Hoy es, o bueno, era el cumpleaños de mi padre. Cumplía 43, pero ahora siempre va a tener 42. No pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas, y esta vez me permití llorar libremente. Mire al cielo, como si lo estuviese buscando, mi nuevo ángel.

Quería llamarlo, abrazarlo, felicitarlo por su cumpleaños, pero supongo que me quedaría con abrazarme a mi misma y saber que él estaba en un lugar mejor.

Estuve harto tiempo afuera, llorando o simplemente recordando momentos con mis padres cuando sentí la voz de Eros.

—¿Iliotrópio? —se acercó a mí restregándose los ojos y cuando notó que estaba llorando se agachó frente a mí con cara de preocupación— Dorian, ¿qué te ha pasado?

—Lo siento —me limpié las lágrimas—. No quería despertarte.

—Cómo dices eso, precisamente tenías que haberme despertado, ¿qué ha sucedido? ¿Estás bien? —no sé cómo, pero me tomó en brazos y me llevó adentro de la pieza.

Se sentó en el sillón conmigo encima y sin ninguna intención de dejarme ir y me empezó a hacer cariño en el pelo.

—Dorian, necesito que me hables —me rogó, preocupado.

—Hoy es el cumpleaños de mi papá —le logré decir antes de ponerme a llorar de nuevo.

—Oh, iliotrópio, lo siento mucho —me atrajo más a su cuerpo.

Me pegué más a él, agradeciendo el calor corporal que me transmitía. Nos quedamos varios minutos en esa posición, yo lloraba silenciosamente y él me hacía cariño en el pelo.

Fuimos interrumpidos por su celular que empezó a sonar fuertemente y él lo tomó de la mesa que tenía al lado sin soltarme.

— Τι; —(¿Qué?)

Dado que estaba pegada a Eros podía escuchar claramente la conversación. Sabía que estaba hablando con una mujer, pero no tenía idea de lo que estaban diciendo.

—Καλλιόπη, δεν έχω διάθεση και τα γενέθλιά σου είναι σε δύο μέρες —(Calliope, no estoy de humor y tu cumpleaños es en dos días.)

De nuevo, no entendía nada de lo que decía, pero por su tono sólo podía suponer que estaba enojado, lo cual extrañamente me subió un poco el ánimo, y él pareció notarlo.

—Δεν ξέρω, η Ντόριαν δεν αισθάνεται πολύ καλά, είναι μια δύσκολη μέρα γι' αυτήν —me guiñó un ojo mientras le respondía. (No sé, Dorian no se siente muy bien, es un día duro para ella.)

—¿Quién es? —le pregunté bajito.

—Es mi hermana —Eros tapó la entrada del micrófono mientras me respondía en el mismo tono de voz con el que le había preguntado—. Quiere que almorcemos con ella, pero le dije que no podíamos.

Besos de una mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora