26. No te pierdas como mujer

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No tardamos en llegar a las residencias y con mi botiquín improvisado le limpié un poco la herida, no quería que se le infectara.

Luego de eso nos cambiamos a ropa más calentita y guardamos rápidamente la ropa que había traído Isa, ya que Teo había acordado esperarnos abajo para ir al aeropuerto.

—Te voy a extrañar mucho —me dijo una vez que terminamos de empacar y me daba un abrazo.

—Yo también, pero prometo ir a verte lo antes posible.

Nos separamos y bajamos a la entrada con la maleta de Isa. En la entrada ya estaba Teo esperando por nosotras.

—¿Listas? —le dedicó una sonrisa a Isa, a pesar de que nos hablaba a las dos.

—Todo listo, sólo que no me quiero ir —Isa pasó su brazo por mis hombros y pude notar una lágrima que caía por su mejilla.

Teo agarró la maleta de Isa y la llevó hasta el auto, el cual estaba en el estacionamiento. Una vez ahí, Isa se sentó de copiloto y yo me quedé en los asientos de atrás.

Por suerte esta vez sí me incluyeron en la conversación y no me dejaron como su chaperón.

Al ser bastante tarde no había mucha movilización en las calles de Copenhague por lo que llegamos rápidamente al aeropuerto.

Buscamos en las pantallas la información del vuelo y nos dimos cuenta de que estaba con un retraso de dos horas, por lo cual con Teo decidimos quedarnos a hacerle compañía.

En un momento dado noté que los chicos querían un poco de privacidad así que disimuladamente me retiré a un café que había por ahí.

Decidí llamar a mi tía, hacía varios días que no hablaba con ella y me hacía falta escuchar su voz. Como todas las veces que viajaba ella, me había mandado su itinerario al mail, por lo que sabía que se encontraba en Sídney y que sí era una hora prudente para que la pudiera llamar.

Marqué su número y al tercer tono me atendió.

—Dorian, cariño. ¿Cómo estás? —sonaba de lo más alegre.

—Hola tía, aquí está todo bien, estoy en el aeropuerto dejando a Isa...

Conversamos por una media hora hasta que llegaron Isa y Teo a decirme que ya era hora de despedirse.

—Prométeme que vas a ir a Madrid apenas puedas —me pidió Isa mientras me daba un abrazo.

—Y tú prométeme que vas a seguir igual de loca y que vas a intentarlo con Teo —le dije, eso último un poco más bajo ya que el susodicho estaba a unos centímetros de distancia.

Después se despidió de Teo y por lo que vi puedo decir que sí va a seguir mi consejo y lo va a intentar con él.

Pasó por policía y se despidió con la mano una última vez para luego desaparecer. Con Teo no perdimos el tiempo y nos dirigimos al auto para volver al internado ya que ambos estábamos más que cansados.

En el camino mantuvimos una conversación agradable, íbamos hablando de nuestras familias.

Cuando llegamos nos despedimos y nos dirigimos a nuestros respectivos edificios, yo apenas llegué a mi habitación y toqué mi cama me quedé dormida.

***

Sábado por la mañana, me desperté a eso de las doce y por suerte no tenía tanta tarea por hacer, así que me di mi tiempo en arreglarme. Me di una ducha para despertarme bien, después me puse ropa cómoda ya que no me iba a poner algo muy producido sólo para ir a estudiar a la biblioteca.

Besos de una mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora