49. Vuelta a la realidad

446 21 0
                                    

El lunes aprovechamos para seguir recorriendo la ciudad, Mattia ya se la conocí entera, así que fue mi guía personal, ese mismo día mi tía me avisó que el viernes ella y mi tío vendrían a Dinamarca por unos días, así que ella aprovecharía de acompañarme al ginecólogo.

El martes por la tarde nos íbamos, así que queríamos dar unas últimas vueltas por Florencia, pero al final terminamos pasando toda la mañana en la habitación del hotel, follando, comiendo y también viendo una película.

Pero eventualmente tuvimos que volver a la realidad del internado. Así que por la tarde nos dirigimos a un sector privado del aeropuerto donde el avión del padre de Mattia nos estaba esperando para devolvernos a Copenhague.

Cuando aterrizamos nos dirigimos a un auto que esta vez manejaba Mattia. Pocos minutos faltaban para que volviéramos a Ritmasen y había algo que todavía le tenía que pedir, pero que no me atrevía a hacerlo por miedo a parecer una mal agradecida.

Estábamos andando hasta que se detuvo en una luz roja, esta era mi señal para hablar.

—Mattia.

—Dorian —dijimos al mismo tiempo.

—Lo siento, te escucho —le dije, prefería retrasar mi petición.

—Hay algo que te voy a pedir, y es que no le comentes a nadie del viaje, ni siquiera a tus amigas, yo tampoco le voy a decir a nadie, si eso te preocupa —el semáforo cambió a verde y empezó a andar nuevamente.

Bueno, eso me ahorraba mi petición, ya que era exactamente lo mismo, no se cuales eran sus motivos, pero yo no quería que el resto de La Realeza se enterase y después me culparan por haber estado usándolos a todos.

—No te preocupes que no le voy a decir a nadie —le aseguré yo.

—¿Qué me ibas a decir tu?

—La verdad es que te iba a pedir lo mismo, si alguien se enterase de que pasamos unos días juntos en Italia empezarían a correr rumores y honestamente es lo último que quiero.

—Pues entonces tenemos un acuerdo —me tomó la mano y la sacudió enérgicamente.

No pude evitar reírme de su acción y él me dedicó una sonrisa. No iba a negar que estos días habían sido grandiosos, pero había algo que me había estado rondando en la cabeza hace unos días, que me tenía intrigada.

Aún no estaba segura de aquello, pero parece que Mattia me estaba empezando a gustar, más allá de una amistad con beneficios, pero había algo en mí, llamémoslo una corazonada, que me decía que ahondar en esos sentimientos no era bueno y que terminaría mal, pero no había hecho nada para que me demostrara aquello, entonces no sabía porque a mi cabeza se le ocurrían tales ideas.

Me quede viéndolo mientras manejaba, se veía muy atractivo, concentrado en el camino que teníamos enfrente, su pelo, que estaba bastante más largo que cuando lo había conocido, lo tenía sujetado con un cintillo hacia atrás, pero igual se le escapaban unas mechas locas, sus pestañas de perfil se veían aun más largas que de frente y esas pecas que tenía, que no eran muchas, se le veían increíbles.

Cuando llegamos al internado Mattia aparcó el auto y luego me ayudó a bajar mi maleta. Después se despidió de mí con un beso corto y luego cada uno tomó un camino diferente a nuestras respectivas residencias.

Ya era de noche afuera y ya estaba más que cansada, así que apenas llegué a mi habitación me eché en la cama, me estaba quedando dormida cuando Elisa entró ruidosamente a la habitación.

—¡Dorian! —parecía sorprendida de verme—. Has vuelto.

—Si, he llegado hace unos minutos —había hablado con ella avisándole que no iba a estar por unos días para que no se preocupara por si no me veía.

Besos de una mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora