47. Firenze pt.2

461 20 0
                                    

Nuestro primer día en Florencia fue de lo mejor, recorrimos algunos lugares turísticos, como el puente Vecchio, también me llevó a la catedral de Florencia que era mil veces más hermosa que la de Milán. También recorrimos por ciertas calles que no eran tan conocidas por los turistas, entramos a varias tiendas viendo los souvenirs que vendían, no compramos ninguno, pero si hicimos perder el tiempo de varios vendedores haciéndonos los interesados en ellos.

A eso de medio día fuimos a comprarme más ropa, esta vez entramos a tiendas más sencillas, en comparación a las que había en la galería Vittorio Emanuele II, me compré unas sudaderas, unos jeans sencillos, ropa interior, y a petición de Mattia, me compré un conjunto más atrevido, solo que él no lo sabía. También aproveché de comprarme un vestido para la gala del padre de Mattia que sería mañana en la noche.

El vestido que compré era uno negro completamente ajustado, me llegaba un poco más arriba de los tobillos y tenía la espalda descubierta, así que lo tenia que usar sin brasier.

En la tarde fuimos a cenar a un restaurante que quedaba cerca del hotel, tuvimos que correr por varias calles debajo del abrigo de Mattia para no mojarnos con la lluvia que había empezado un poco antes que empezará a anochecer.

Nos dieron una mesa en un reservado del restaurante que quedaba justo al lado de una ventana en donde podías ver hacia afuera la gente que paseaba por la ciudad.

—Hace mucho tiempo no tenía un día tan productivo como el de hoy día —me comentó Mattia mientras se pasaba las manos por el pelo dejándoselo para atrás, cosa de que no le cayeran las gotitas de agua directo a la cara.

Yo por mi parte me había hecho un moño desordenado para impedir que se me mojara mucho apenas había empezado a llover, pero de igual forma sentía como me caían gotitas en la espalda.

—No sé si consideraría pasar todo el día comprando ropa femenina un día productivo.

—Bueno, te he visto probarte gran mayoría de esa ropa, así que sí —me dio una sonrisa pícara—. Yo sí lo consideraría un día bastante productivo.

Le di una suave patada por debajo de la mesa.

—No seas un pervertido —le recriminé, no lo iba negar, porque sería inútil, pero sí podía ser un poco más sutil.

—¡Qué va! Pero si eso es lo que ha pasado —me respondió divertido.

No pude evitarlo y me empecé a poner colorada y para empeorar mi desgracia justo llegó el camarero a servirnos.

Buona sera, mi chiamo Piero, e vi assisterò stasera, vi darò più tempo per decidere, ma nel frattempo posso offrirvi qualcosa da bere? —(Hola, buenas noches mi nombre es Piero, y yo los voy a atender esta noche, les voy a dar más tiempo para que se decidan, pero por mientras ¿les puedo ofrecer algo para beber?)

Rápidamente Mattia me tradujo lo que dijo el chico y luego le pidió una copa de vino, yo pedí una botella de agua, no tenía ganas de pedir algo muy extravagante.

El chico se retiró dejándonos con la carta, esta consistía únicamente de pastas y pizza.

—¿Qué te parece si pedimos una pizza para compartir? —me ofreció sin apartar su mirada de la carta.

—¿Cuál sugieres que pidamos?

—Mmm... —echó una mirada rápida a la carta y luego me señaló con su dedo una pizza—. ¿Qué te parece una Frutti di mare?

Debajo de la foto de referencia aprecia una lista con ingredientes, pero no entendía lo que estos decían, solo supe que tenía mariscos por la foto y por el nombre que era bastante similar en español.

Besos de una mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora