34. Las carreras

516 33 14
                                    

Me gustaría decir que sé a dónde llegamos, pero sería una vil mentira. Primero, todo el camino lo había hecho pensando en Nikolai y por qué no me había dicho sobre sus preferencias sexuales y segundo, no conocía casi nada de Copenhague como para siquiera ubicarme, así que de momento me encontraba perdida, mi único consuelo eran los dos machos que tenía en los asientos del frente que se pasaron todo el camino cantando canciones de High School Musical.

—¿Lista para ver a un corredor de primera Dorian? —me preguntó Teo mientras se acercaba a un tumulto de personas que estaban rodeando unos autos.

—Espero que no me decepciones —le advertí a Ramón.

Él me respondió con una risa, no sabía si estaba nervioso o no, la verdad es que se veía muy tranquilo, así que si lo estaba pues lo ocultaba muy bien, me atrevería a pensar que yo me veía más tensa que él.

Llegamos a donde estaba el resto de la gente y Teo apagó el auto, pero dejó las luces prendidas para colaborar con el resto de los autos, habían varios grupos de personas, cada uno tenía algunos autos con luces y uno con música a todo volumen.

Los grupos estaban lo suficientemente cerca para que la música se escuchase, pero no para que molestara.

Nos bajamos los tres al mismo tiempo y los chicos se dirigieron al grupo de personas que estaban frente a nosotros así que yo simplemente los seguí.

Resultó ser un grupo que también hablaba español así que los chicos me presentaron y rápidamente me incluyeron en la conversación. Estaban apostando por quien iba a ganar la tercera carrera, si Ramón o su competencia Ilea.

De momento en el grupo varios estaban apostando por Ilea, de los diez que éramos, sin contar a Teo, seis estaban apostando por Ilea y cuatro por Teo.

Yo no quería apostar por nadie, no sabía cómo corrían así que no me iba a arriesgar a apostar por uno cuando en realidad podría resultar ser el peor, pero si fuese por mi apostaría por Teo ya que es mi amigo.

Después de unos minutos más de conversación anunciaron que sería la primera carrera, así que nos acercamos a donde estaban los pilotos para verlos partir.

Alguien que estaba con un altoparlante estaba dando algunas reglas básicas, también nos explicó cuál era el recorrido, que en su mayoría pasaba por lugares más aislados de la ciudad, a excepción de un tramo que pasaba literalmente por en medio de la ciudad, así que el verdadero reto era no ser atrapados ahí.

Me acerqué un poco más a Ramón porque había mucha gente y no me quería perder, además de que quería saber cuánto duraban estas carreras.

—Ramón —le grité para que me escuchara sobre la música—. ¿Cuánto dura la carrera en sí?

—Bueno, si todo sale bien deberían estar de vuelta aquí en unos quince minutos.

—¿Y si algo sale mal? —no quería ser negativa, pero siempre había que estar preparada.

—Si algo sale mal, pues agarramos nuestras cosas y nos volvemos rápidamente al internado sin que nadie se de cuenta.

No era precisamente la respuesta que buscaba, pero no había nada que pudiera hacer. Me tomé del brazo de Ramón y caminé con él mientras se acercaba a los autos.

—Calma fiera que me vas a estrangular el brazo —me dio un apretón cariñoso en las manos—. Si no te sientes cómoda te puedo llevar rápidamente al internado.

—¿Qué? —solté mi agarre de sus brazos y crucé los míos por el pecho—. No, son solo nervios, no te preocupes, además quiero estar aquí cuando sea tu turno.

Besos de una mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora