41. XOXO

455 29 6
                                    

¿Me sentía observada?, claro que sí, ¿Disfrutaba de aquella atención? Aún no estaba segura, de lo que sí estaba segura era de que faltaba un miembro, Eros.

Intenté ver disimuladamente hacia el techo de la cabaña para ver si él estaba ahí, pero no vi ninguna silueta y no iba a arriesgarme a seguir buscándolo ya que los chicos podrían sospechar de mí, tampoco quería seguir bailando, no cuando ellos me estaban viendo.

Me acerqué a las chicas ya que nos habíamos separado un poco y les dije que iba a entrar a buscar algo para tomar, ellas asintieron y se quedaron bailando.

Pasé entre los otros estudiantes que estaban bailando y logré entrar a la cabaña donde rápidamente me dirigí al baño, para lo cual tuve que pasar por el pasillo de los gemidos.

Cuando entré, cerré la puerta y eché el pestillo, no quería que nadie entrara por accidente. Apoyé mis manos en el lavamanos y luego me vi al espejo, dedicándome una mirada reprochadora.

Esta era una situación en la que no debería estar. Cinco chicos, cinco amigos, cuatro presentes, todos atentos a mí, todos follados por mí. ¿Estaba mal? No, claro que no, pero eso no quitaba el hecho de que me tenía estresadísima esta situación. ¿Y qué si ya se habían dicho entre ellos lo que había sucedido? Me prometieron que no lo harían, pero qué seguridad me daba aquello.

Eso es lo que me pasa por querer vivir la vida.

Algo tenía que hacer, no podía seguir con los cinco, si lo hacía eso acabaría conmigo. Tendría que elegir a uno. Pero ¿cuál?

Me di una última mirada al espejo, luego una respiración profunda y salí del baño, decidida a conocer un poco más a cada chico -por separado- y decidir con cual podía quizás seguir en algo.

Fui donde Ramón y le pedí que me diera coraje líquido, él entendió mi pedido y se puso manos a la obra para luego darme un vaso rojo con un líquido transparente, le pregunté con la mirada qué era.

—No preguntes, solo bébelo.

Le hice caso y me lo tomé todo de un sorbo, cuando me lo terminé hice una mueca, ya que estaba bastante fuerte.

—Bueno, ahora a bailar ¿No quieres venir? —le ofrecí.

—Déjame terminar de hacer unos tragos más y te acompaño en la siguiente canción.

Asentí y luego me dirigí hacia afuera decidida a bailar y disfrutar la noche, ignorando a La Realeza.

Estaba por llegar a donde estaban las chicas bailando cuando choqué con otra chica.

—Discúlpame, no te vi —se disculpó ella.

—No te preocupes, en parte fue mi culpa —le respondí yo, lo que hizo que ella me mirara a la cara.

Se me quedó mirando unos segundos en silencio antes de que me volviera a hablar.

—Tu eres Dorian, la chica nueva ¿no?

—Sí, esa soy yo, ¿te conozco? —estaba tratando de ver en mis registros mentales si conocía a esta chica de alguna clase que compartiéramos, o de algo, pero la verdad es que su cara no me resultaba para nada familiar.

—Lo dudo, no suelo hacerme notar mucho, soy Cleo y yo fui nueva el año pasado —me dijo como si eso significase algo para mí.

—Un gusto, Cleo, te diría mi nombre, pero veo que ya lo conoces.

Cleo era una chica baja, un poco más baja que yo, tenía el pelo pelirrojo y ondulado, ojos verdes e iba vestida con un vestido blanco ajustado a su figura.

Besos de una mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora