27. hot2touch

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—Dorian, un nombre algo inusual para una chica —se giró para verme—. Me gusta.

—Gracias, y tengo que decir lo mismo de tu nombre. ¿Pax es paz verdad? Eso aparece en los mausoleos —le pregunté de vuelta.

—Así es, ahora que me conoces, cada vez que vayas a un cementerio me recordarás —me guiñó un ojo y luego se sentó en la silla que sobraba de nuestra mesa.

Vino un camarero a tomar nuestra orden, Alek se pidió una cerveza, Pax un Dry Martini, que por lo que me contaba era lo que siempre pedía en un bar y yo me pedí un agua normal, porque no estaba con el ánimo de beber alcohol.

—Cuéntame, Dorian qué haces en Copenhague y por qué decidiste que salir con el polaco al lado mío era buena idea —Pax parecía una persona muy simpática, que le gustaba molestar a sus amigos, pero sin malas intenciones.

—Estoy en el mismo internado que Alek y la verdad es que él me parece alguien muy simpático y atractivo, así que no veía por qué no salir con él.

—¿Admites que soy atractivo? —se unió a la conversación Alek.

—Claro que eres atractivo —respondió Pax por mi—. No sabes cuantas veces he tenido sueños mojados contigo —le hizo ojitos coquetos a lo que Alek respondió pegándole una suave cachetada.

—Tu cállate maldito argentino, que nadie pidió tu opinión.

Pax decidió seguir con el juego y tomó su cara con ambas manos y le dio un sonoro beso en la mejilla, para luego preguntarle:

—¿Me vas a decir que no sentiste nada con ese beso, que tú no tienes sueños húmedos conmigo?

Estuvieron un par de minutos más molestándose con sus sueños húmedos mientras yo los observaba con una sonrisa en los labios.

Se notaba a lo lejos que ellos eran amigos de toda la vida. Lo que me hacía preguntarme de dónde se conocían.

Cuando llegó el chico que nos estaba atendiendo con nuestras bebidas, le dedicó una mirada enojada a los chicos y luego se fue. Los chicos por su parte dejaron de molestarse y me dirigieron ambos la mirada.

—Dorian, estás muy callada. ¿En qué piensas? —me preguntó Pax.

—En que no sé cómo se conocieron —le respondí honesta, Pax me inspiraba confianza.

—Yo también asistí al internado Ritmasen, partí el primer año, ahí conocí a La Realeza, nombre estúpido si me preguntas a mí, pero en mi tercer año decidí que no podía quedarme tranquilo en un solo lugar así que hablé con mis padres y ellos aceptaron que tuviera educación en casa mientras viajaba por el mundo.

—Eso debe ser genial. ¿Conoces muchos países?

—Muchos muchos, pero mis favoritos son Argentina, obvio, Roma, España y Etiopía.

—¿España? —me dijo varios países, pero mi concentración se quedó en mi país.

—¡Oh sí, me encanta! Puedo hablar inglés, italiano, francés y danés, pero no soy experto en ellos, por eso me gusta cuando estoy allá y puedo hablar en mi lengua materna, además de que tienen una cultura muy hermosa. 

—Como española te agradezco ese comentario —debo admitir que me hacía sentir muy bien cuando alguien decía que le gustaba la cultura española.

—¡Vaya! Eres española —cambió del inglés al español—. Me lo hubieses dicho antes, así hubiera coqueteado contigo sin que el polaco se enterara —me dijo en broma.

—Pax, no seas idiota, sabes que si entiendo español —contraatacó Alek.

Fuimos interrumpidos por Fluke que se instalaba en el escenario para partir con su concierto. —El guitarrista es mi primo, el cantante es su novio y el baterista es un amigo mutuo de ellos y mío —me explicó Alek.

Besos de una mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora