capítulo cinco.

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Pasado

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Pasado

Había mencionado en tiempos pasados que quería morir porque no se sentía completo, porque sentía una carga inmediata en sus hombros al momento de recordar pequeñas cosas, ya sean buenas o malas.

La ventana abierta dejaba entrar pequeñas gotas de aguas sinceras de la lluvia, el olor a tierra mojada inundaba sus fosas nasales dejándole un sentimiento de nostalgia, melancolía y un deseo involuntario de años atrás.

La tierra mojada era habitual verse, olerse, y escuchar como el agua caía haciendo tan insignificante aroma en un remoto sentimiento de tristeza mientras recordaba cómo podía sentir todo eso con pensar en la tumba de su madre en un día lluvioso.

Pero ahora, mirando a ese hombre sentado detrás del escritorio, viendo en cómo movía sus labios pronunciando palabras que hace unos minutos había dejado de escuchar para reemplazarlas por un pitido indeciso que atravesaba sus oidos; deseaba recargar un arma y matarse en un mismo instante. Sin dolor, sin minutos de poca conciencia, solo agarrar el gatillo y atravesar la bala por su cráneo.

Había quedado en shock, después de la noticia.

—Y... Fue por eso que la señorita Amy tuvo un aborto espontáneo. Casos así no se ven muy seguidos, pero, lo lamento. El bebé ya había muerto cuando llegó al hospital.

Miró hacia el suelo aún aturdido. No entendía nada de lo que sucedía. Su respiración se acató y sus ojos se habían vuelto inauditos a cualquiera de la vista mortal.

Su... pequeño retoño no había sobrevivido, Amy estaba inconsciente. Todo había sido tanto para él, que terminó por desmayarse por el dolor de cabeza que había sentido un momento a otro.

[ Ellos ]

Había llegado a casa con las manos dañadas y su cuerpo cansado. En aquella oscura madrugada, sentía como la garganta le ardía y como sus ojos estaban agotados. Querían cerrase, pero él con lo poca fuerza que le quedaba se guío hasta la cocina y ahí encendió la luz para empezar a buscar ese algo en los gabinetes.

—En tus primeros meses de recuperación tenemos que hacer que dejes de beber si quieres estar bien.

Tomó otra botella de alcohol y la abrió  con dificultad.

—¿Y si no lo logro? —le preguntó mientras la veía sentado desde la mesa de la cocina

Tomó tres botellas de vino y caminó con dificultad hasta la sala.

Confio en ti.

El alcohol guiado por sus manos llegaron hasta sus labios en donde empezó a beber mientras la garganta se le desgarraba por dentro.

Hizo una mueca después de haber tomado más de una botella en unos minutos. No recordaba que fuera tan asquerosa, bueno, él también lo era; pero su sentido común no estaba despierto y su conciencia solo era una admiradora de las cosas que hacía.

Una, dos, tres y cuatro... Tal vez era las que había estado bebiendo en media hora, o tal vez más. No lo sabía con certeza, su vista estaba tan borrosa que ya llegaba al punto de sentirse mareado.

Se había quedado mirando a un punto fijo por varios minutos. No lo entendía, fue un héroe por tantos años, salvo a tantas personas y ayudo a los que lo necesitaba.

Esto no era justo, no era justo sentir ese dolor en el pecho que exprime tus pulmones a un punto de dejarte sin aire. No era justo todas esas noches que pasó llorando gracias a que se sentía más que solo, se sentía tan mal pensando qué era lo que había hecho mal inconscientemente todo ese tiempo.

¿Había tenido un padre de la mierda? Definitivamente, pero no pudo odiarlo, simplemente no podía levantarse un día recordarlo y sentir odio. ¿Su mamá? También era como él, de tal palo tal astilla y si sigue así podría morir por drogadicción como ella.

No tenía hermanos que lo acompañan con su pena, no sabía nada de sus amigos por el simple hecho de no tener un móvil y también querer alejarse de las personas que más amaba.

Eso era todo, estaba completamente solo.

Se levantó mareado y con las mejillas mojadas, bebió otra botella y con pisadas torpes, se encaminó hasta donde estaba su teléfono fijo.

—Mi-mierda... Hace mucho no tomo de esta manera —se dijo a si mismo tratando de tomar un libro— creo que... Debería conseguir un teléfono.

Abrió la página y dio otra tomada a la botella, busco, busco, busco y seguía buscando un número cualquiera que se le hiciera conocido así sea desde hace años.

Ahí fue cuando finalmente soltó una carcajada y tomó el teléfono viendo los números, ¿Por qué no llamar a su amigo el rojizo?

Tenía que estar al pendiente de ellos, así sea solo un momento para desahogarse.

—Tres, dos... ¿E-eso es un tres o un nueeeve? —alzo los hombros y tiro el botellón por ahi— nah, que importa, es nuueve para mí.

Terminó de marcar el número y mientras esperaba que le contestaran empezó a abrir otra botella.

—¿Hola?

—¡Nuuuckles, mi amigo! —empezaba a darle hipo— ¿Que me cuentas? Hace mucho no nos hablábamos. ¿Cómo está Rojo- digo Rouge?

Imbecil azulado. Estás borracho. Jode a alguien más.

—Que agresividad. Ver digo ven a mi casa. Quiero charlas- charlar con un viejo... Amigo.

—Agh, bien. Dame tu dirección. Llamaré a Shadow después de esto.

—Haz lo que quieras. Acompañe, ando deprimido.

—Cuando no.

—Idiota. Eres un idiota, ¿Looo sabías?

Imbecil, la dirección.

—Bien, bien. —despues de dársela volvió a tomar— ya- ahí ta.

—Bien, llegó en unos minutos.

—Wuuu.

Que pena que se haya equivocado de número y no le hubiera marcado a Knuckles.

Que pena que se haya equivocado de número y no le hubiera marcado a Knuckles

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𝐑𝐎𝐒𝐄𝐒 𝐅𝐎𝐑 𝐌𝐘 𝐃𝐄𝐀𝐑 𝐒𝐎𝐍𝐈𝐂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora