capítulo diecinueve

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SONIC

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SONIC

Mi llanto se escuchó por toda la casa.

Las sábanas alcanzaban a esconder todo mi cuerpo dejándolo en un calor que en otras circunstancias hubiera sido reconfortante. Pero ahora, acariceando cada parte de mis brazos, piernas y pecho, me di cuenta que lucía como un monstruo.

Observaba con cuidado. Parece como si hubiera alcanzado a llegar a un punto de quiebre interminable. Estaba tan pálido, tan ojeroso y tan decaído. Ya ni siquiera tenía ganas de observar con amor a la rosada cada mañana al despertar.

Pero, sinceramente estaba siendo difícil para mí. La amo, en serio la amo. Pero ahora algo me detiene a observarla con los mismo ojos que antes. ¿Y si ya no la amaba? No, no. Era imposible. Yo la quería más que cualquier cosa, más que mi vida. Y si tenía que perder la capacidad de respirar en este mundo para que ella fuera feliz, lo haría. Sin duda alguna.

¿Y si tal vez ella ya no me amaba? Bueno, lo creía posible. Ella me lo mencionó, me odiaba. Me odiaba por esconderle cosas, me odiaba por odiarme a mi mismo, me odiaba por producir vómitos a las tres de la mañana solo porque no me sentía bien con mi cuerpo.

Que asqueroso sonaba eso. Los hombres no lloran ni se preocupan por su cuerpo. ¿Verdad? Papá siempre me lo recalcó y al parecer tenía razón. Digo, no siempre vez en los titulares de las noticias: “¿Sonic The Hedgehog sufre depresión? ¿Las cicatrices en sus muñecas son evidencias?”

Bah, patrañas. Son más que evidencia.  Y tengo que agradecerle a la querida entrevistadora que no me dejaba de preguntar sobre aquellos cortes en las muñecas.

Que te jodan entrevistadora de mierda.

Poom, poom, poom. Agarrar un arma y dispararme en el cráneo en frente de ella ahora no me parecía mala idea. Ojalá y lo hubiera hecho hace años.

Enrolle mis brazos en mi cuerpo al sentir el peso de Amy acostarse en el otro lado de la cama.

Yo seguía debajo de la sabana, ojalá que creyera que estaba dormido. No quiero pelear ahora, no lo reisistiria.

Mis ojos de nuevo se definieron como aborrecido al observa mi brazo que estaba cómodo en el colchón de mi cama. Tal vez era más de una cicatriz que tenía en los brazos. Pero mis muñecas parecieran que hubieran pasado por lo peor.

Bueno, mi cuerpo es un vejestorio de por sí. Las cicatrices eran tan horribles, tan... asquerosas y repetitivas. No eran como las de aquellos héroes que sus cuerpos se conformaban por marcas que ganaron en guerras.

Nah, lo mío eran berrinches, siempre me lo dijeron y me lo recalcaron cada que podían. La prensa, mis amigos, mi papá. Todos aquellos que me hicieron llegar a este punto fueron los que me... Abrieron los ojos para darme cuenta que era estúpido lo que hacía.

Soy estúpido y chillón, un niñato qué tal vez se engaña a si mismo diciendo que sufre depresión cuando ni siquiera había llegado a la segunda cita con la psicóloga.

𝐑𝐎𝐒𝐄𝐒 𝐅𝐎𝐑 𝐌𝐘 𝐃𝐄𝐀𝐑 𝐒𝐎𝐍𝐈𝐂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora