capítulo ocho.

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Ella había llegado a casa después de estar una semana hospitalizada

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Ella había llegado a casa después de estar una semana hospitalizada. Él mientras tanto, se encargó ese tiempo de poder acomodar todo lo que podía por ella.

Cuando ya había llegado, se quedó observando desde el umbral de la puerta la pequeña casa en la que vivían. Nunca fueron una pareja de querer más y cosas, solo lo esencial. Y eso más que todo lo hacía feliz a él.

Estaba de pie esperando que ella dijera algo sobre el estado de su hogar. Tenía tanto miedo, ¿Y si ella descubría que había roto la mayoría de las cosas solo porque él se sentía así?

—Amy...

—-Estoy... —dejo de acariciar sus propias brazos— estoy muy feliz de que... las cosas resultaran bien.

El silencio que recibió como respuesta la dejó confundida. Al voltear, observó como el erizo sonreía ligeramente tratando de acallar su llanto.

Se acercó, y él se dejó caer al suelo mientras cubría su rostro.

—Lo intenté... —se escondió en sus brazos— y-yo... Yo en serio lo intenté.

—Sonic.

—Cuando te vi en el suelo no pude pensar con claridad. Solo... solo estaba tan asustado. Y... y.... —arrugo más su entrecejo e hizo una mueca con sus labios— y... No pude... No pude salvarlos. A ti te hice daño, a él le quite la vida.

—Amor... —ella levantó su rostro y lo abrazó poniendo sus brazos en sus hombros— está bien, tranquilo.

¿Está bien?

—Amy...

—Se que a veces la vida se puede poner complicada, pero... —mordio su labio— hay que seguir. Tu y yo, contra el mundo. Cómo los viejos tiempos. ¿Recuerdas? Mañana, tarde y noche.

Dudó un poco.

¿algún día llegaría a cumplir esa promesa? No lo creía, estaba tan mal en ese momento que sentía que extrañaba los cortes en sus muñecas.

Y ella dijo por los viejos tiempos, bueno, esos eran los viejos tiempos para él.

—Tienes razón. Supongo que yo siempre he sido un quejambroso.

—No lo creo.

Se sentó a su lado y acomodó su cabeza en el hombro del cobalto.

—Te quiero mucho, Sonic.

El busco su mano con la suya. La beso dulcemente y acomodó su cabeza en la de ella.

—Yo también, Amy —tenia tantas ganas de llorar y de...— yo también.

[ La ]

Cuando decidieron acostarse un rato para dormir. Él no pudo mantener su sueño al sentir como ella se levantaba y salía de la habitación tantas veces como pudiera.

𝐑𝐎𝐒𝐄𝐒 𝐅𝐎𝐑 𝐌𝐘 𝐃𝐄𝐀𝐑 𝐒𝐎𝐍𝐈𝐂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora