capitulo veintiuno

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Admito haber mencionado en tiempos pasados que quería que me cortaran la garganta, ¿No? Bueno, digamos que es la primera vez que lo pienso solo para que lo entiendan

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Admito haber mencionado en tiempos pasados que quería que me cortaran la garganta, ¿No? Bueno, digamos que es la primera vez que lo pienso solo para que lo entiendan.

Como ya lo saben, la vida se me ha complicado hace unos años atrás. He luchado y sufrido tanto como un cigarro por mantenerse intacto sin que alguien le de bocanadas de humo desgantandolo todo el tiempo; he escuchado que llena los pulmones de un extasis inalcanzable y la vida puede que se me vuelva aún más neblina si intentara darle una calada a algo como ello. Digo, nunca lo he intentado, tal vez debería.

Los ojos los siento abrumados y cansados, como si me hubieran golpeado en cada uno de ellos para que se vieran hinchados y rojizos, la verdad es que, en realidad sólo paso horas llorando a escondidas de los demás, como cuando Amy está dormida, por ejemplo. Es difícil de explicar pero quiero matar algo, pero no sé si ese algo soy yo, o ese algo que es un nada. Incluso sé con certeza que sea lo que sea, me está matando por dentro.

Yo deseaba y quería que mis muñecas estuvieran limpias de sangre, que mis ojos sólo se pusieran chicos de la felicidad y que mis manos sólo las use para escribir y no para hacerme daño.

Pero bueno, la vida es injusta con quien menos lo merecen, no digo que sea un santo, incluso puedo ser el más jodido de la vida, pero si esto no es el infierno no lo merezco entonces.

Lo entiendes, ¿Verdad?

Suena ilógico pero... es lo primero que se me viene a la cabeza al pensar qué castigo merezco.

¿Ahorcarme? Muy antiguo y anticuado, ¿Envenenado? Muy sobrevalorado, ¿Accidente? Mmm, tal vez sea una opción, ¿Cortarme? Siempre lo he hecho y nunca ha funcionado.

Mierda, de tan solo pensarlo hace que me duela la cabeza y me arda la garganta por el ardor del alcohol.

Debería pensar algo mucho mejor, digo, no quiero irme de este mundo sin intentar algo de adrenalina.

Eran tantas opciones y tan poco tiempo. Solo debería esperar.

Miré hacia el techo blanquecino, me agarraba la frente con fuerza haciendo un esfuerzo en vano por tratar de aliviarla. Los ojos los sentía más cansados que nunca, pero, no era sueño, solo era algo muy pero muy raro.

Al final, solté una risita pequeña dejando mi mano caer sobre el suelo de nuevo. Abrí con mucho esfuerzo mis ojos para mirar en frente mío al espejo de cuerpo completo, desgraciadamente, aquel bendito reflejo me mostraba sentado en el suelo del baño con una botella de alcohol en las mano izquierda y la otra apoyada encima de mi rodilla.

Que asco.

—¿Qué ves? —le hablé a mi “otro yo” como si éste me fuera a escuchar. Y es que en cierta parte puede ser verdad, digo, he escuchado tantos cuentos para niños de que el otro reflejo éramos solo nosotros mismos pero de un universo paralelo.

𝐑𝐎𝐒𝐄𝐒 𝐅𝐎𝐑 𝐌𝐘 𝐃𝐄𝐀𝐑 𝐒𝐎𝐍𝐈𝐂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora