capítulo treinta

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Aquella fría noche de aquél viernes la tempestad azotó las puertas y ventanas de viviendas que estaban cerca de ella

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Aquella fría noche de aquél viernes la tempestad azotó las puertas y ventanas de viviendas que estaban cerca de ella. La basura pareció nadar cerca de las alcantarillas, ensuciando todo lo que tocaban, dañando cada parte de las calles.

Sonic apesar de las condiciones seguía caminando debajo de toda aquella llovizna. Sus brazos cubrían su cuerpo, su cabeza apesar de estar gacha se dejaba ver el dolor por el que pasaba.

Mejillas, párpados, boca y nariz, cada una de ellas dejando reposar gotas que caían del cielo regalando frío en su tacto. Sonic se mantenía... sereno, a pesar de que su cara demostraba lo contario, probablemente estana en shock... después de eso.

Alzó la vista cuando vio una luz blanquecina tocar la cera por donde estaba caminando. Casi como un milagro para él, vio un teléfono público intacto listo para ser usado.

Tomó la última moneda que le quedaba y la dejó entrar en la cabina. Tocó los números que recordaba, regando al cielo que fuera ese el número de su amigo.

Uno, dos tonos después, o casi tres escuchó para que contestaran a su llamada.

— ¿Hola? ¿Quién es? —escuchó a un somnoliento zorrito que contestaba desde el otro lado de la llamada.

Dejó entrar el aire a sus pulmones cuando se dio cuenta que no se había equivocado. Después de todo, siempre había tenido una buena memoria.

— Hola, amigo. Hablas con Sonic, ¿te... desperté de tu noche de belleza? —trató de hace un chiste, para mantener la poca serenidad que le quedaba.

— ¿Sonic? —la cama pareció rechinar cuando intentó sentarse en esta— diablos amigo, ¿Qué haces despierto a esta hora y... casi las tres de la mañana por todos los cielos. ¿De dónde me estás llamando? No es el número de Amy.

— Hm, bueno es que... —una excusa era poca, inventar una historia tal vez le serviría— mañana... trabajo y... me preguntaba si puedo dormir en tu casa solo por hoy porque... tu vives más... cerca.

Tragó saliva después de decir eso. Esa excusa era más que tonta, ¿Que le pasaba? ¿Acaso no confiaba en su amigo para decirle la verdad? O tal vez el simple miedo que lo odiara después de que se enterara de lo que había estado apunto de hacer.

— Sonic... Amigo, ¿Que pasa?

Bajó la mirada y apretó con su mano izquierda el teléfono, se agarró de la otra mano de la cabina al sentirse mareado, cerró su garganta para no quebrarse en ese instante y rogó a los cielos morir ahora.

— Yo... —tenia que respirar, pero el dolor era tanto que ya no lo soportaba— es que yo... yo...

Su brazo actuó por sí solo y tapó su boca antes de que se sintiera con ganas de gritar. Sus ojos se hicieron chicos, algo parecido a la pintura del ángel caído.

𝐑𝐎𝐒𝐄𝐒 𝐅𝐎𝐑 𝐌𝐘 𝐃𝐄𝐀𝐑 𝐒𝐎𝐍𝐈𝐂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora